

Anoche soñé contigo. Me encontraba acostada en mi cama, fantaseando con salir de este infierno cuando de pronto sentí la calidez de tu piel junto a la mía. Por un segundo intenté resistirme pero, ya era muy tarde, mi cuerpo te pedía con urgencia. Nos fundimos en un beso dulce, tus labios contra los míos, yo deseaba más. Tu lengua fue haciendo camino desde mi cuello hasta mi vagina, saboreando como me derretía por ti. Por un breve momento tus ojos se clavaron en los míos y mis piernas se separaron aún más, invitandote a devorarme. Te bastaron un par de lamidas para saber que estaba lista. Dejaste de ser dulce y regresaste a mis labios, sentí mi humedad en tus besos, tus manos en mis nalgas. De pronto yo estaba sobre ti, podías ver mis senos en todo su esplendor. Me diste el control dos segundos y fue todo lo que necesite para tenerte en mi. Tu miembro entraba y salía de mi mientras yo te montaba. Mis senos en tu rostro, tus manos en mis nalgas. No tardamos en llegar al orgasmo, juntos. Desperté sola en mi cama, con ganas de ti. ¿Te molestaría entrar a mis sueños aún cuando ya esté despierta?