








Brasov, 4:30 pm
En alguna carretera de Rumanía.
"Si Dan, a las 4:30 el carro estará en la Plaza del Cabildo y de ahí nos espera un largo camino. Así que come bien". El mensaje de mi próximo viaje llegaba a la pantalla de la aplicación. En Europa existen varias alternativas de viaje, donde las personas comparten asientos de su auto y uno paga para viajar con él, en un viaje compartido. Ayuda mucho a ahorrar gastos y lo más importante, a conocer gente.
Precisamente este era uno de esos viajes: tenía que ir a otra ciudad a cuatro horas de distancia y me era mejor por horario tomar un carro compartido que el tren. En la aplicación vi la solicitud de uno, compartido entre dos personas y buscaban uno adicional. Envié mi solicitud, intercambiamos WhatsApp con el copiloto y quedamos de acuerdo en un punto para arrancar un viaje.
- ¿Es posible viajar ahora, verdad?
- Sí, no se necesitan papeles. Finalmente
Acabamos de salir de una cuarentena de dos meses y medio. Una cuarentena pasada por mucho porno, cero contacto con otros y donde supongo que todos estábamos dispuestos a dejarnos llevar ante la menor oportunidad. Pues bien, uno no es bobo. Uno sabe que en WhatsApp si tienes una foto mostrona acompañada por una bandera LGBT+, es más seguro que eres gay. 100%. Así que de entrada, me sentía cómodo y por cosas del cortejo, o del morbo, la conversación en WhatsApp ya tenía tintes de coqueteo.
El carro llegó a tiempo y atrás quedaba la hermosa ciudad de Brasov para enfilarme rumbo a Transilvania. Tanto el copiloto como yo empezamos a hablar de temas de actualidad, cosas homosexuales y programas de tv. En esa conversación, de repente, me llega una notificación de WhatsApp.
- Hey, ¿tienes el pantalón roto, no?
"Sí", respondí.
- Hm, digamos que se te ve bien...muy bien.
¿Uno que hace en ese momento? El viaje apenas comenzaba y había una indirecta tremenda al otro lado de la pantalla. Mientras pretendíamos hablar de cosas superfluas, en el celular la conversación era de otro tinte y yo no podía sino dejar de pensar en lo que me estaba generando. De un saludo y una cita para tomar el auto, en unas horas ya pasaba a ver en mi pantalla sus videos corriéndose, deslechándose de forma masiva, seguramente hechos durante la infame cuarentena.
Nos empezamos a rotar desnudos, videos, morboseando sobre lo mucho que nos gustaba chupar verga y desechar a otro. Dos completos desconocidos, a menos de un metro de distancia, a punto de estallar después varios meses de nulo contacto con otro hombre.
Yo, aprovechando la total ventaja que me ofrecía estar detrás del piloto, lo que hice descaradamente fue empezarme a tocar. Lo acepto, fui lo vulgarmente dicho, una perra. De esas que aprovechan para calentar al otro, sabiendo que está en desventaja. Primero, tocándome el bulto por encima del pantalón, hasta que no se viera más opción que sacarla a respirar.
Grababa un video.
Se lo enviaba.
Imaginen el morbo de ver por el celular lo que un metro de distancia atrás estaba pasando. Un morbo que me daba más gasolina para continuar. Aprovechando el roto del pantalón, ese roto que había iniciado todo, deslicé lo que pude por él, sacándomela. Ya estaba afuera, sin más que dejar hilos de precum por todas partes. ¿Me culparían? ¿Una tensión sexual de este nivel, en el primer viaje de una "nueva normalidad"? No, no podía dejarlo pasar.
Tomar foto.
Enviar.
Me puse el iPad en la entrepierna y todo lo que hacía era, como un puto exhibicionista, masturbarme por debajo de él. Solamente con la intención de calentarlo y morbosear, con el miedo que el piloto del carro se diera cuenta de lo que hacía.
Grabar video.
Enviar.
- ¿Sabes que no le importa, verdad?
- ¿Qué cosa?, pregunté en el chat.
- Al piloto. Es mi amigo. Muy liberal, así que no te asustes si...
En un abrir y cerrar de ojos, el desconocido de una aplicación de viajes estaba masturbándome en el carro de su mejor amigo y su amigo, quien iba manejando era cómplice. Ajustaba de vez en cuando el retrovisor, solo para cerciorarse que su colega me estaba masturbando como era debido.
¿A quién en su sano juicio se hubiera imaginado una fantasía así? Jamás en la vida pensé verme en un carro con dos pervertidos que disfrutaban verme retorcerme del placer. No tenía más opción que desabrocharme el pantalón, escupir la verga y dejar que el viaje siguiera por donde tenía que seguir. No querían sexo, no querían incluso que me corriera (no yo tampoco, la verdad). Solamente querían entre colegas satisfacer sus necesidades sexuales y sus morbos retorcidos, tener un rato de nudismo y placer entre hombres, en su entorno controlado, en su pequeño carro.
"Hemos llegado", me dice el copiloto.
Yo me sentí un tanto triste porque sabía que la diversión había acabado.
"¿Tienes donde quedarte?", me pregunta.
"No, apenas voy a llegar a ver".
"Pues puedes quedarte conmigo, es la casa de mis papás, pero hay un cuarto extra".
8:41 am.
Apenas once minutos después de haber sonado la alarma, recibo un mensaje.
- Buenos días, ¿cómo estas vestido?
- Estoy desnudo, respondí.
- ¿Puedo ir a masturbarte? Quiero ir y tomarme tu leche.
Desayuno servido.