OnlyCoomer
dangamboab
dangamboab

onlyfans

Panamá, 3:45 pm. Fuerte Kobbe. Como comenzó todo. "Va a se..

Panamá, 3:45 pm.
Fuerte Kobbe.

Como comenzó todo.

"Va a ser un fin de semana interesante", le dije mientras conducíamos del aeropuerto a mi apartamento. "Tengo planes de unos sitios muy chimba para visitar". Por allá en el 2015 vivía en Panamá, por cuestiones de trabajo. Además, mi novio en ese entonces, Andrés, se había quedado en Bogotá, pero había tenido el detalle de tomar un vuelo, rentar un carro y visitarme.

Como saben, me encanta la exploración urbana: entrar a sitios abandonados, y tomar fotografías en ellos. Y en Panamá, había un tesoro increíble: los gringos hablan moldeado durante cien años la superficie del canal, y en el camino, construyeron fuertes militares para sus tropas.

"Fuertes militares abandonados", le comenté. Él, escéptico, - pero intrigado- aceptó el plan.

Conducimos Fuerte Kobbe, cerca al aeropuerto de Panamá Pacífico. Un sitio donde los soldados rasos dormían en barricadas y los de altos rangos tenían una especie de condominio, de casas bi-familiares. Habíamos oído historias, de como los soldados armaban sus orgías en los fuertes ya que Panamá era una especie de "república sin ley" y nuestro morbo, que era de por sí bien alto, no podía dejar escapar la idea de ir a estos sitios donde en algún momento la testosterona de cientos de hombres dio rienda suelta a sus perversiones.

Siempre fui muy atrevido con él. Tal vez, porque me seguía el ritmo. Recuerdo que cuando vivía en Bogotá me encantaba chupársela en el carro mientras iba por la Autopista Norte, para ver si podía aguantar y terminar cuando llegáramos a casa. Un día, de hecho, pusimos la cámara y dejamos que un amigo, -en ese momento heterosexual-, nos viera tirar, solamente porque él tenía la curiosidad de ver a dos hombres haciéndolo. Pero esta vez era rara, ya que era la primera vez que Andrés viajaba conmigo y hacíamos una actividad que disfrutaba, los sitios abandonados.

Entramos a las residencias, una a una. Me sorprendía ver que parecía que los soldados se habían ido del sitio apenas unos días atrás, porque aún quedaban elementos de cocina, ventiladores, estufas, puertas...elementos aún ahí, en su lugar. Claro, una parte del fuerte fue habilitada para estudiantes, después de los militares, y por eso algunas barracas aun tenían cosas.

Mientras andábamos, veíamos que a lo lejos, habían vigilantes, que tal vez custodiaban los equipos de demolición. Sin embargo, logramos escabullirnos y saltar de barraca en barraca, siendo muy silenciosos, mientras el día se ponía cada vez más oscuro.

"Va a llover Andy", le comenté.
"¿Nos vamos?"
"No, espere, quiero ir al pabellón más grande. Además ... eso se demora".

Mentiras. Apenas subimos al tercer piso del pabellón, empezó a llover fuertemente, a cántaros, como es apenas esperable en un país tropical. El cielo parecía que en segundos se desprendiera y estábamos a más de 1 kilómetro de donde estaba el auto. No nos quedaba opción que explorar esa base militar en medio de la selva. De repente, oímos voces. Al parecer había un grupo, no sé si una pareja también, que estaba merodeando por el sitio o si eran vigilantes.

Para no hacer ruido, entramos a uno de los apartamentos y noté que aún había una cama con un colchón al costado izquierdo del sitio. Andrés, se quedó mirando en la puerta esperando que no nos hubieran visto, vigilante que nada pasara para no meternos en problemas. Al sentirse seguro con que la lluvia fuerte los hubiera disuadido, volteó su cabeza para hablarme.

Pero no dijo nada.
Solo miró.

En el borde de la cama, acostado, estaba yo con los pantalones en las rodillas, completamente expuesto para él. "Aquí", le dije. Me escupí fuertemente la mano para lubricar un poco porque lo único que se me pasaba por la cabeza era que me cogiera fuertemente en aquél lugar. Desde el Aeropuerto no hacía sino verle el paquete con demasiado morbo, con esas ganas estancadas de semanas sin verlo, y no había tenido oportunidad alguna de estar con él en privado.

¿Cómo dejar pasar la oportunidad de estar en un sitio como ese, los dos aparentemente solos, sin nada que perder y con meses de ganas mutuas sin resolver?
Lentamente deslizaba los dedos, abriéndome para que aceptara de una vez por todas "reventarme el culo", como a él le gustaba decirle. En un acto de total tontería, cerró las persianas sin caer en cuenta que la puerta no cerraba.

Pero qué importaba. En segundos, se desabrochó el pantalón y dejó al aire su verga que estaba dura con el inesperado escenario. Nos gusta rudo, muy rudo; tal vez por eso conectamos tan bien como pareja. Sabía lo mucho que le gustaba escupir, clavarme de un solo golpe, hacer sentir en ese momento quien era el que mandaba en la cama. Sabía que habían personas buscándonos cerca y por eso tomó las precauciones necesarias, tomando su mano derecha y tapándome la boca a la fuerza para que mis gemidos no llamaran la atención.

Sí, gemidos. Gemidos porque no vaciló nada en enterrarla entera, abrirse camino, así sea a la fuerza, como nos gustaba que fuera. Más gemía, más duro presionaba su mano, mientras me miraba con ganas de castigarme, tal vez, por haberlo dejado en otra ciudad para irme a trabajar.

Las embestidas iban y venían, cada vez más, y más rápido. Ambos, empapados por la humedad, no dejábamos de besarnos par ahogar mis gemidos o para simplemente desear estar uno con el otro, en aquel decrépito lugar, como sabiendo que seríamos los últimos dos en tener sexo en aquella cama. ¿Cuantas veces habrá tenido sexo un militar ahí mismo? ¿A cuántas prostitutas habrá llevado, o a qué compañero habrá cogido en la total discreción?

Fue entonces que noté como violentamente me tapa la boca, mientras me sujeta la cabeza por atrás, hacia él, en un intento final de terminar todo de una vez por todas. Una bestia que quería estar en control de todo, mientras yo, lo único que pude sentir fue como se retorcía. No fue segundos más tarde que empezaba a llenarme, chorro a chorro, en cada embestida.

Al alejarse, se quedó mirándome, viendo el escenario, como si fuese todo una escena de aquellas porno que veíamos juntos en su casa mientras tomábamos cerveza. Yo solo podía sentir como salía leche de mí, como caía por la cama, y como aun su sudor estaba mezclado con el mío.

Se sacude la verga, se alza los pantalones y me levanta. Nos damos un beso largo, mientras vemos que afuera había parado de llover. Apenas perfecto para salir a escondidas, volver al carro y partir.

Esa fue la primera vez que tuve sexo en un lugar abandonado.
Juzgando por lo que me ha sucedido años posteriores, puedo decir, que ese día un nuevo fetiche nació en mí.

1300x635_0e9ffd49c8c2d1dfa2c43582796a3691.jpg 3840x2560_114f666ca6ff49032eba33572140c271.jpg 3840x2560_d1e53378f1ab3a129b812226711385c9.jpg 3840x2560_afb7346bb52b44cf9021e32cd92f4cfb.jpg 3840x2560_74a71b54dfcbe1d97a3264bc2c6c414d.jpg 3840x2560_4bd9c1dbcbbf33de1699fd80504197ab.jpg 3840x2560_86107af3db92ac8ad45b1887c957f55d.jpg 1024x768_d0b8bdec0f79c0e542db228f10430857.jpg

Related Creators