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11:54 am. Primera corrida. Era una soleada mañana en Berlín..

11:54 am. Primera corrida. Era una soleada mañana en Berlín, de esas extrañas en las que pareciera que tiempo era mentira. Ese día tenia unas entradas para visitar el Museo de Pérgamo que sería cerrado por un par de años y tenía una mañana libre mientras llegaba la hora para irme hasta el Mitte. Unas cuatro horas fácilmente. Estaba hablando con @bigdadberlin , uno de estos chicos que se reunía en Telegram en aquel grupo de pajeros berlineses. Me contaba que ese día no trabajaba y que si quería podia llegar a su casa -uno de estos bloques fascinantes construidos por los soviéticos cerca a la KarlMarx-Allee y hacer algo juntos. Tenía cuatro horas libre, así que no vi el porque no. Toqué la puerta, como haría cualquiera. Detrás de la mirilla escucho su voz que me invita a pasar. Un apartamento puro y blanco, casi inmaculado, de orden perfecto. Nada fuera de lugar. Uno de esos lugares extrañamente familiares por mi profesión. Tras un vaso de agua y de comentarle que iría al museo después, hablamos de nuestras pajas. — Pues yo puedo correrme varias veces, — me dice. — Para mi eso es imposible. Una y ya estoy — le respondí. Sin dar mucho ni menos, terminamos en la cama. Cada uno, sin ropa, haciendo lo que queríamos hacer y a su vez, haciendo algo para que los del grupo nos vieran que sin querer se habían transformado en voyeurs. El voyeur, ese que desde el otro lado de la puerta puede ver todo. Ese personaje que es tercero y parte tangencial de lo que sucede. Un persona del que soy, por ejemplo, cuando miro por la ventana a mi vecino ducharse. Era entre tanto, una carrera contra el tiempo. Aunque estaba limitado veía a la vez como en tan poco tiempo empezamos a compenetrar. Un beso tras otro, una exploración del cuerpo, un arrojo a dejarnos llevar. Y claro, una forma de darme cuenta que evidentemente podia tener mas de un orgasmo. Que si bastaba con atragantarme mas de una vez o de dejarlo explorar con sus dedos dentro de mi era suficiente para que una y otra vez se corriera, entonces lo haría. Habían dos formas de construir el orgasmo: él, continuamente atrapado en sentir los dos cuerpos para estar sin detenerse; yo, que lo construye con mucho tiempo y paciencia, incrementando con los minutos el final. Era pues un continuo ciclo donde sus orgasmos construían el mío, el que sería -o eso creía- el único. Solo fue sentir como entraba dentro de mi para terminar de completar lo comenzado. No podía aguantar ni resistirme a tener que correrme, más si lo permitía en su boca para poder irme al museo con toda la calma posible. Me había corrido una vez. Pero aun me quedaban unas cuantas horas más. Y este no es un único video.

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Berlín, Alemania. Segunda versión. Había llegado a la esqui..

Berlín, Alemania. Segunda versión. Había llegado a la esquina en donde según las indicaciones, tenia que doblar por uno de estos extraños patios expuestos del urbanismo que el Berlin Este creó. Su casa, un pequeño monoblock de un barrio con nombre de un antifacha caído en los cuarenta era de estas unidades donde la luz se le prestaba atención y los cuartos ofrecían amplitud. Ahí estaba dentro él: si, el @dartcorephoto que había visto varias veces en su perfil en redes sociales y que me despertaba el mismo morbo que la primera vez: ropa deportiva, un gimnasio en casa, una actitud dominante. Yo, un tanto nervioso, quedé simplemente en dejarme fluir. En ese rato entre una botella de agua y una de cerveza, notamos que ambos teníamos un equipo para grabarnos. Él, con su idea en mente de qué quería ver y yo, sin planear absolutamente nada. Los primeros minutos de aquel encuentro fueron apenas de prueba, por así decirlo: qué tan cómodo nos sentíamos interactuando, especialmente ante tantas cámaras grabando que era algo insual para mi. Pero todo cambió en un momento exacto: uno, en el que tomó mi cara y se dispuso besarme. No fue un beso corto y ya, fue literalmente acrecentar el morbo bajo la única condición de besarme. Esos besos en los que te arrancas la piel, dejas todo, quieres estar lo más posible enfundado en él. Esos, que hacen que una erección se ponga más fuerte y una mirada sea suficiente para dejarse hacer de todo. Ese beso fue el antes y el después. Al momento siguiente que recuerde, se me habían olvidado las cámaras. Una había dejado de grabar y la otra registraba como me comía el culo para abrirme más adelante sin piedad alguna. Cómo, de una forma inusitada, nos pusimos verbales y acrecentamos ese morbo para alimentar el placer del otro. De cómo el único propósito ya no era el registrar sino simplemente disfrutar, olvidando por completo aquello de hacer una "colaboración", que era lo que más temía. No esperó en lo más mínimo al saber que estaba dilatado para penetrarme. Para tratarme de una forma que no dejaría normalmente a otro tratarme. Para jugar conmigo -y yo con él- en el único propósito de tener un orgasmo. Todo, por un beso que nos dimos, que hizo que nos olvidáramos de esto y que a su vez, hizo que esto pudiera salir a la luz. Por ello, en su escritorio y ya los dos estando completamente limpios de todo rastro de semen que quedaría en nuestros cuerpos, vimos como las dos cámaras grabaron dos cosas distintas de un mismo orgasmo. De como, días después, tomé la decisión de hacer dos videos: uno, usando sus tomas y otro usando las mías. Pero todo, con el mismo final. Por eso, cuando me puse a editar ambos lados de esta historia, no pude -ni quise- editar ese momento en el que verbalizamos y dimos punto final a aquello que había comenzado como una excusa y terminó siendo intimidad.

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Berlín, Alemania. Primera versión. Me temblaba un poco todo..

Berlín, Alemania. Primera versión. Me temblaba un poco todo. Apenas era el final de la tarde en la capital alemana y había quedado esa noche con @dartcorephoto para hacer una colaboración. Sí, sería la primera vez que quedara con alguien para grabar específicamente ya que como bien sabes, esta página es fruto de lo que sucede de forma fortuita en mis viajes. No soy de planear estas cosas, ni siquiera se me va bien esto de “actuar”. De hecho, me incomoda de sobre manera el contenido erótico amateur con guiones malos. Pero claro, es que uno no termina de planear nada, las cosas simplemente se van dando. Y se dieron, como pueden ver. Era todo tal cual pensaba de él y más. Que sí, que lo seguía en redes desde hace un tiempo y me encantaba la forma en la que mostraba su pequeño universo sexual y esa seguridad con su cuerpo. Era para mi una especie de incredulidad que iba a estar con él, y más claro, que íbamos a dejarlo todo grabado. Lo que no contaba claro, es que durante todo el momento que estábamos juntos, ambos estábamos grabando nuestro lado de la situación. Él, con su visión de su sexualidad. Yo con la mía. Como si fuese un trabajo en una oficina común y corriente, terminamos rotándonos los archivos luego de verlos por la pantalla. Para mi era, -de una forma casi morbosa., entrar en lo que el otro piensa del sexo y el sexo visto a través del lente de su cámara. Durante semanas tuve los archivos en mi disco duro, dando vueltas, viendo qué podría hacer para mezclarlos y hacer una edición como estas productoras que te arman la película con las escenas que tienes de una escena, siguiendo un guión. ¿Pero cómo hacerlo cuando a mitad de todo, en pleno beso se nos había olvidado por completo que estábamos grabándonos? Tenía dos formas distintas de ver un encuentro, pero no encontraba cómo mostrarlo. Hasta ayer. Me acordé de la ciudad. Me acordé que un 9 de noviembre caía el muro de Berlín, me acordé del famoso mural del beso de Honeker y Breznev. Me acordé como durante décadas una misma ciudad estuvo dividida y que al caer, reunió dos formas de verse desde dos lados distintos. Entonces decidí que tenía la respuesta en la misma ciudad.

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TUTORIAL #17: ALBOLENE Existen productos de placer que se v..

TUTORIAL #17: ALBOLENE Existen productos de placer que se vuelven iconicos. El Satisfyer irrumpió la última década que se volvió de la noche a la mañana en uno de los consoladores mas vendidos, al punto de sacar una versión para quienes tenemos verga. Entre toda esa fama, existía una crema que quienes son vieja guardia aquí la han visto en mas de un encuentro pajero: Albolene. ¿Pero qué es específicamente esta crema? Albolene fue creada como una crema ultrahidratante, pensada para limpiar la piel y remover el maquillaje (siempre he pensado quien fue la primera persona que empezó a usarla para masturbarse). Contiene aceite mineral, vaselina, parafina, ceresina y betacaroteno que son conocidos por sus propiedades acondicionadoras de la piel y se considera sana porque es libre de parabenos, conservantes, jabón y fragancia. Aunque empezó a tener relevancia con atletas porque aceleraba la sudoración, pronto empezó a ganar fama en los círculos pajeros de Nueva York y Londres a principios de los 2000. La razón de su éxito es que con una dosis muy baja de crema, lubrica muchísimo. Pero claro, tenia que probarla yo mismo. En mi ultimo viaje a Brighton, un par de amigos pajeros (de hecho, por acá hay un video de una paja que me hice con uno de ellos) me han regalado un bote de Albolene* que traje de regreso a casa. La cantidad que se usa es muy, muy poca y al contacto con la verga, produce un efecto termo acelerador, creando calor en la superficie de la piel. Puede hacer que te corras muy rápido, si no quieres hacer cum control. ¿Cuál es el problema? Donde conseguirla. Albolene es fácil de obtener en Estados Unidos, Canada y Reino Unido en farmacias. En Latinoamérica se consigue por internet, a precios superiores a su venta en EEUU. Sin embargo, en la Unión Europea el precio aumenta con los pagos de impuestos de aduanas. Como digo, siempre hay que estar pendiente de descuentos. Sin embargo, la duración de Albolene es de años. Como son 340 gramos en su tamaño grande, un solo bote puede durar mucho tiempo y aquí es donde termina de coronar su fama. No solo porque no tiene sabor, ni olor fuerte sino porque rinde en cantidades que hacen que sea el mejor aliado de un pajero. ¿DÓNDE COMPRARLO? Estados Unidos: CVS, Walmart, Target, Amazon, Walgreens, Rite Aid. Latinoamérica: MercadoLibre, Ebay. Unión Europea: Amazon**, Etsy, Ebay. Sin embargo, existen tiendas importadoras que lo traten dependiendo del país. Una buena búsqueda usando la pestaña “shopping” ayuda a conseguirlo. De la misma forma, las promociones vienen en packs de dos botes, así que puedes dividir los gastos con otro amigo. Ya si has visto tutoriales en esta cuenta, sabes como conseguir otros pajeros. Más información: https://www.reddit.com/r/masturbation/s/v2xR7QiE3Z https://www.thebatorblog.com/tag/albolene/ Notas. *Albolene viene en presentaciones superiores a los 100ml autorizados para viajar en cabina. Así que toca reembolsarlo en frascos para su transporte. Al ser una crema que pasa fácilmente a estado liquido por fusión sin usar mucha temperatura, puede ponerse al baño María unos segundos y reembasarla. Quienes vieron mis historias de circulo verde habrán visto el desastre que se hizo en casa de mis amigos. Lección aprendida. ** Los reviews de Amazon son material fino de comedia. Como es desmaquillador, están mezclados entre mujeres que describen su calidad para la piel del rostro y hombres que la usan para masturbarse. Amé este: “To be fair, my husband loves this stuff”. Querida, tu esposo esta usando tu desmaquillador para sacarse leche.

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No todas las historias de viaje desembocan en lo más medido...

No todas las historias de viaje desembocan en lo más medido. No todas acaban en una historia sobre el sexo, el orgasmo o el placer. No todas si quiera llegan al punto de provocar masturbarse. Hay historias que simplemente se hacen sobre el desenvolverse en su sexualidad en lugares inesperados. ¿Qué pasa si por ejemplo, tienes a dos nudistas en medio de la profunda Georgia, solos en un lugar? Pues bien. Ese día, después de recorrer las montañas de la región de Mesjetia-Yavajetia en Georgia, mi compañero y yo teníamos la idea de visitar el único spa que existía en el pueblo. Desde la mañana, cuando lo habíamos visto y habíamos percibido que era tal vez la única actividad posible en dicho lugar quedamos que después de la cena íbamos al único hotel que existía en la ciudadela y tomarnos unas horas en el spa. ¿Qué mas daba, no? Eramos virtualmente los únicos turistas de la zona y podríamos jugar un tanto más ya que estábamos en un sitio privado. Sin pensar siquiera en la ropa de baño (para colmo de males, no viajo con ropa de baño), nos fuimos a eso de las 9:00 pm al lugar. Y sí, todo vacío. Era el escenario perfecto: dos chicos, soledad absoluta, muchos cuartos alrededor con diferentes temperaturas, y ganas de morbosear ... muchas ganas de morbosear. Tomamos la cámara y empezamos a jugar, empezando a construir el orgasmo sabiendo que, si seguíamos podríamos corrernos incluso ahí. Sí, una de esas tonterías que se le ocurren a uno en un lugar como esos. Estaba el miedo latente a ser descubiertos: si bien Georgia es un país un tanto abierto, sigue siendo muy restrictivo con manifestaciones homosexuales y más aún que estábamos en un área remota y rural. La idea que el que controlaba el spa entrara de repente hacía que tuviéramos miedo de lo que podría ver y por eso, hacíamos todo debajo del agua. Entonces, faltando diez minutos para que cierren y sabiendo que estábamos a punto de, literalmente corrernos, entran tres tipos al sauna. ¿Cómo es que faltando diez minutos entra gente?, le dije a mi amigo en un tono de sorpresa. Y claro, concluimos al unísono que estábamos en un área rural y que este spa era posiblemente un sitio de entretenimiento entre hombres o al menos, de distensión. Eran pobladores que habían pagado una cantidad al hotel para tenerlo "privado" y querían pasarla bien. Prueba de ello era que habían ingresado con muchas cervezas, que la nevera del spa se llenó de hielo y que algunas áreas se encendieron. Mientras estaban ellos en el sitio, alejados de nosotros, quedamos barajando dos opciones: o nos quedábamos en el lugar separados de ellos, aprovechando el tiempo extra o nos uníamos para ver que pasaba. ¿Quien quita, que estábamos ante la situación en la que terminamos en una orgía de la profunda Georgia? Porque no sería nada extraño que tres caballeros hayan rentado un spa para pasarla bien entre ellos fuera de sus hogares. Pero claro, es que nosotros no deberíamos estar ahí. Apenas fueron las diez, pasamos de ser usuarios a metidos en un lugar que no nos correspondía. Entonces, jugamos al gato y al ratón. Ellos se iban a un área, nosotros ibamos a otra. Tomábamos la toalla, la poníamos en nuestro cuerpo y pasábamos al lado opuesto. Así, por breves y tontos minutos de un juego de dos lugares del mundo encontrándose para saber quien tiene el espejo. Solo que había una diferencia enorme. Ellos estaban usado ropa interior. Nosotros estábamos totalmente desnudos. Ellos querían entrar en el jacussi. Nosotros ya estábamos dentro. Dos de ellos, que se veía por sus cuerpos formados que trabajaban en áreas de esfuerzo físico, nos miraron con cara de querer hacernos entender que sería incómodo. Mi amigo, sin embargo, que quería romper esa barrera cultural de alguna forma, les contó que nosotros éramos nudistas y que si no les incomodaba que estuviéramos así en el jacussi. Yo en ese punto me vi en las noticias, parce. Es que estábamos totalmente vulnerables, dentro del jacussi y tres georgianos parados frente a nosotros mirándonos hacia abajo pensando en qué sabe qué cosas para que este par les invadan el espacio y peor aún, desnudos. - No, no hay problema por mi, - dice uno en un inglés a pedazos. - Pero es que no estamos acostumbrados. Que sí, que había un pequeño puntazo a que tres hombres del campo se quitasen la ropa y quedáramos los cinco desnudos en el spa. Sueña Dan, sueña. - Pero es nuestro amigo el que está incómodo. Atrás, el chico más joven estaba parado casi helado con la idea de entrar a un jacussi donde dos tipos totalmente desnudos estaban, como si el nudismo se contagiara por el agua, o una erección, o la homosexualidad, quien sabe. En eso me acerco a él y le digo que si queremos salir bien de esta y para no llevar la situación a algo más tenso, sería lo mejor ir por su traje de baño y mis boxer y ya. Que al final es una simple acción. Pero claro, me ha tocado a mi salir por las dos prendas que estaban en el vestidor. Y claro, estos tres entre el susto y la curiosidad han mirado de reojo lo que llevaba entre las piernas, como si jamás en su vida hubieran visto uno así. Ya al rato, cuando estábamos vestidos para estar en el lugar, el tercero finalmente le vuelve el color al cuerpo y entra. Para sorpresa, se ablandan en su comportamiento y empiezan a darnos cerveza. Hablamos con ellos un rato, comentamos de dónde veníamos, el porqué de nuestros tatuajes, o en que trabajábamos. Todo hasta que el vigilante se acerca a contarnos que es media noche y que debíamos salir. Nada de orgias, nada de trios, nada de encuentro multicultural sexual. Hombre, es que la vida real no es como en las películas porno y menos con las cosas que me suceden en mis viajes y en la vida sexual. Ya los cinco, medio acomodados en el vestidor, nos desnudamos y nos secamos para poder salir al pueblo. Todos concentrados en lo que estábamos haciendo, excepto uno. Ese, el que tenía miedo de entrar al jacussi estaba mirando de reojo lo que yo tenía entre las piernas. Sueña Dan, sueña.

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Copenhague, 5:10 pm. Sujeto 1. 32 años. Profesor de lenguas..

Copenhague, 5:10 pm. Sujeto 1. 32 años. Profesor de lenguas. Vegano. Llegó en una bicicleta a la casa donde habíamos quedado y trajo un lubricante con él. Sujeto 2. 30 años. Nunca le pregunté que hacía en su profesión. Es el dueño del piso en el que habíamos organizado una quedada para ver porno y jalárnosla en grupo. Sujeto 3. El que les escribe. Había hablado con uno de ellos hace un tiempo porque sabía que le gustaban las quedadas para pajearse entre chicos y quería saber si era posible quedar en una. Desde Londres (donde cada mes organizan una, en la cual no pude asistir) había estado tentado a conocer otros pajeros que simplemente quisieran unirse. Y es que el mundo de estas quedadas es más plural y complejo de lo que parece, que casi ni tiene limite entre orientación sexual cuando a la hora de practicarlo se trata. Había llegado justo a tiempo, con lo que apenas me dejaba el metro a pocas calles de la casa. En la puerta me recibe el anfitrión, que me sonríe con buen trato y me hace pasar. Cual sería claro, mi cara al ver que ya en la sala estaba el otro chico, desnudo en el sofá y esperándome. Claro, originalmente él no estaba convocado y fue algo que final del día se pudo concretar. Una ducha, un té o una cerveza si quería; una toalla, algo para cubrir el sofá y una crema para masturbarse (de la cual haré un tutorial con calma). ¿El mayor problema? Sí, es que tres personas tienen gustos de porno diferentes. Una quería ver una orgía, el otro quería un círculo de o pajeros haciendo un solo y yo, bueno...yo quería verlos a los otros dos en acción. Porque claro, una cosa es esa habilidad de hombres que tenemos desde que despertó ese instinto sexual, de movernos la verga ante un estímulo y llegar al orgasmo y otra es cuando tal actividad se comparte con alguien más. Es precisamente ese juego entre dos pequeños sujetos que al unirse crean una sinergia sexual completamente diferente al sexo en sí: es que, en este punto es el control propio siendo compartido. Una cosa es el sexo, eso que se lleva a cabo sí o sí con otra persona y otra, la masturbación que es tan propia y personal que compartirla puede llegar a incomodar. Primero, cada uno con lo suyo. Luego, el cruzar los brazos para satisfacer a los demás. Y después, el unirse entre dos para hacer que el otro llegue al orgasmo. Es un trabajo en equipo, donde un grupo de hombres trabaja mutuamente para llegar al placer de forma mutua, sin considerar absolutamente nada más que ello. Como claro, entrelazar las manos mientras sientes como tu verga se llena de adrenalina en esa batalla por controlar un orgasmo, o cuando entre dos manos se entrelazan para que sientas otro tipo de fuerza. Y claro, construir el orgasmo. Las manos terminan totalmente cubiertas y resbalosas, el placer se sube a la cabeza, todo el lugar termina siendo un caldo de sudor y gemidos. Todo y todos en unísono ayudándonos entre sí. Unas dos horas después, los tres riéndonos en el sofa empezamos a hablar. Que si uno es profesor, que el otro ha organizado estas quedadas desde hace cierto tiempo y que si yo simplemente estaba curioso de saber cómo era esta "movida" al norte de Europa. Y claro, que si de volver repetiríamos, con más gente y más sujetos involucrados. Evidentemente dije que sí.

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Londres, Reino Unido. 4:10 pm. Digamos que había pasado un ..

Londres, Reino Unido. 4:10 pm. Digamos que había pasado un verano entorpecido por el insomnio, gente que se separa, amigos que se van y un calor que no me permitía respirar. Contrario a otros años, este año fue un verano en exceso insoportable en, donde pudieron ver en el anterior video, me escapaba en los calores extremos a masturbarme en casa de amigos encerrado del feroz clima. En una noche conocí a alguien que me animó por pura sugestión a ir a Londres. ¿Qué tenía que perder? La verdad, poco: ya no pedían visa, estaba el Museo Británico y después de un terrible verano no había más que intentar al menos tener un aire nuevo. Capaz este viaje sea mi verano. Soy un ñoño total, lo admito y lo saben si me siguen en otras redes. Londres era de esas ciudades que me atraían principalmente por la cantidad de museos cuyos artículos sospechosamente coleccionados valía la pena al menos visitar. Y claro, en esta ciudad también vivían personas que en estos años de postpandemia había contactado de forma virtual y que podía por qué no, contactar y conocer. Claro, gente que te despierta el morbo. Uno de ellos, @diggory. Llegó entonces el día en el que el chico que me había invitado a Londres se había ido. Después de dejarlo en una de las alas del Museo Británico, decidí tomar la mañana para recorrer los pasillos del mismo, en especial el ala de arte greco-romano de la cual tanto interés le tenía. Allí, estaba un objeto de esos que no te crees hasta que lo ves: la Copa Warren. Una, que hace miles de años hundió en vino al hedonismo de su creador, decorada con relieves precaminosos: la representación de una pareja practicando el sexo, en la cual un hombre con barba está recostado con un joven sentado sobre él, usando una cuerda que cuelga del techo para mantener el equilibrio. Por el otro lado, una pentración, por detrás, sin censura ni medida. Todo rodeado de estatuas, alfarería y motivos que hundían a mi expectación en el hedonismo de la homosexualidad aceptada, en aquellos tiempos, entre soldados, maestros y esclavos. En Roma, la moralidad del acto fluctuaba con el tiempo, pasando desde la censura completa hasta la aceptación e incluso, la celebración como función cultural entre los hombres. Incluso se consideraba que los hombres mayores enseñaban cómo tener sexo a quienes se cogían, como parte de una educación sexual instituida. Ahí, en la vitrina, estaban barbado de plata siendo exhibido después de tantos años de escándalos que dejó a la copa Warren fuera de los museos por ser tan explicita. Y al otro lado de mi pantalla, tenía otro barbado quien me invitaba después del museo a pasar por su casa, tomar el té y hacernos una paja. Sin quererlo, planificarlo o quizá pensarlo terminé yendo. Claro, quedarse en un hostal no es que sea la mejor forma de tener privacidad y más si estás constantemente estimulado con todo lo que vi el fin de semana. ¿Por qué no visitarlo, claro? Podía liberar ese deseo de los chicos de mi cuarto en el hostal y por qué no, de la ligera estimulación de las imágenes del museo que sutilmente ayudaban. Un pelirrojo alto, de una barba frondosa, ojos azules penetrantes, me abre la puerta mirándome hacia abajo. Los dos, coindicencialmente vestidos igual. Entre lo que habíamos conversado para pasar una tarde entre una paja y ya, quizá en un momento de apenas decisión al quedarnos desnudos supimos que no iba a suceder lo que pensamos qué sucedería. - ¿Te gustaría grabar, no? - le pregunto de forma casi inocente. Es evidente que sentía que tenía morbo por grabar el encuentro. Quería, claro, dejar un video de nuestra sesión de paja de la que habíamos hablado días atrás, con unas cuantas mamadas que no sobraban. Una vez me puse de rodillas y al empezar a hacer aquello que tanto me gusta, su cara se tornó de sorpresa sin siquiera pensar que le iba a gustar la forma en la que lo hacía. Parecía que le enseñaba a como chupar, como si practicara un tutoríal con él. Uno. Cinco. Diez. Quince minutos. Todo el tiempo chupándonos uno al otro, como postergando a propósito nuestra ansiada paja. En mi cabeza los mármoles aun frescos de los encuentros entre romanos que tanto tiempo estuvieron escondidos al público, y nosotros, con cámara en mano grabando un encuentro sexual más del que no tendríamos miedo de publicar. Sus brazos son tan largos y robustos que aprovechaba ciertos momentos de vulnerabilidad para tocarme y palpar si me podía dilatar o no, confiriéndole la duda sobre si era capaz de meterme su verga ese día. "Creo que deberíamos intentarlo", me dice. Y sonríe. Como si fuera el maestro y yo el estudiante, me toma por detrás y procede a dilatarme una y otra vez. Ahora el rol se ha invertido. Me dice que respire, que exhale, que yo puedo tomarla entera si quiero. Que me relaje, que todo estará bien. Lentamente y sin dejar espacio a duda, -la duda de aquella paja que evidentemente no iba a suceder- me penetra. La sensación de saber que estás jugando con tus límites y a la vez de estar en plena confianza fue suficiente para sentir enorme placer. Él me estaba enseñando cómo debía yo recibirlo. Era el papel del maestro de los mármoles y la alfarería que tanto morbo me causó ver en el museo horas atrás. Era incluso una abstracción de la misma copa, ese objeto que estuvo oculto durante décadas por ser extremadamente sexual y explícito, mientras nosotros con una cámara en la mano queríamos ser todo lo contrario. Epílogo. Días después publico un adelanto en mi Instagram, aquel donde en el circulo verde pudieron ver lo que sucedía durante el viaje. Alguien entonces me escribe después de ver la historia. "Dan, a él lo he visto antes", me dice de forma contundente. "Creo que hace contenido como tú". Sorpresas.

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Un remoto lugar en el centro de Andalucía. 4:30 pm. ¿Qué so..

Un remoto lugar en el centro de Andalucía. 4:30 pm. ¿Qué son los veranos en Andalucía? Una pausa. Una enorme pausa entre la primera luz de la mañana y el atardecer. Entre ese espacio donde el cenit está ardiendo, no hay mucho que hacer. Todos nos encerramos, bajamos persianas, ponemos la oscuridad completa. Unos terminan viendo televisión. Otros aprovechan para lavar la ropa y tenderla ante un sol de 45 grados que la seca en minutos. Unos cuantos deciden echar llave e irse de viaje a la playa del sur, a compartir sudor con turistas aventureros que se creen invencibles. Otros como J**** y yo, terminamos aburridos y nos hacemos pajas. No lo conocía, la verdad. Todo empezó porque en una de estas paginas de pajeros se dio cuenta que teníamos dos cosas en común: teníamos el mismo juguete y ambos vivíamos en Andalucía. El adentro, yo en la costa. Precisamente uno de esos días de extremo calor, lo veo conectado. ¿Y qué hacía? Lo mismo que yo. Ver porno y jalársela. Nos empezamos a hablar, sobre qué pesado y aburrido seria el fin de semana, a rotarnos porno, a hablar de lo que a él le gusta y a mi también. Sí, hay algo que no tenemos en común: él es heteroflexible. O bueno, estas alturas no lo sé. — Puedo ir hasta allá, — le dije, con serio interés de visitarlo. Claro, no había ido nunca donde el vivía y por que no pasar el aburrimiento visitando un lado de Andalucía que no conocía. El problema era sin embargo obvio: si yo llegaba a las 2:00 pm no teníamos nada mas que hacer sino esperar a que el sol se fuera a las 8:00 pm. Entre todo ese tiempo, todo se muere: los comercios cierran, la gente se esconde. Pero ahí estaba. Tras una hora larga de viaje en BlaBlaCar, aquel servicio en el que pagas el asiento de un particular para viajar, llegué a su portal. Me recibe en shorts con una cerveza en la mesa y unas cuantas tapas en el comedor. — Es que todo está cerrado, lo sabes. ¿Trajiste el juguete? Es que no puedo creer que t hayas venido hasta acá tío, estas loco — me dice. Loco no, aburrido. Sabíamos perfectamente que haríamos. Es que no hay nada más que hacer. Tras tomar algo, nos fuimos al sofá: nada de Netflix, de HBO, de todas estas parrillas. ¿Que íbamos a poner? Los links que nos habíamos pasado. ¿Y como los íbamos a ver? Desnudos. Pantalones abajo, vergas afuera. Entre minutos y minutos, la verga estaba cada vez mas lubricada. Los clips iban y venían, los juguetes pasaban de mano en mano, y los dejábamos un rato para dedicarnos a lo nuestro. Lo miraba y se reía, porque claro sabemos lo que cada unos nos corresponde. No fue sino hasta que le he prestado el para jugar con él cuando vi que quería escupir para poderlo meter con facilidad. Entonces le he agarrado la verga y se la escupido directamente. — Otra vez, — me dice casi riéndose. Y lo hago de nuevo. Esta vez, sabe que puede jugar conmigo y me toma de la cabeza. — Vamos Dan, otra vez. Cuando menos lo espero, me la mete en la boca riéndose. Sabe perfectamente que no me iba a negar, si habíamos hablado de esto que n le importaba quien le chupaba la verga, que una boca era una boca. La complicidad que habíamos desarrollado estos meses eran apenas lo que daba pie en bola a hacer lo que tenía -o teníamos- en mente. — Quiero grabar esto. Y eso hice. Puse la cámara hacia mi mientras jugábamos. Lo miro, al otro lado del sofá, diciéndole si era capaz de atreverse. Retándolo. Sí, que fue muy machito con ponerme la cara en la verga, pero qué tanto lo era si me la metía entera en la cara. Entonces se levantó, se abalanzó y me la hizo tragar entera. El resto está acá.

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Zagreb, Croacia. 9:01 pm. Existe una dualidad en mi forma d..

Zagreb, Croacia. 9:01 pm. Existe una dualidad en mi forma de viajar por el mundo. Por una parte, tengo un perfil de alguien intrépido, que anda con una cámara registrando lugares por donde moverse en las ciudades y paisajes que visita. Por otro, tengo ese lado morboso que está latente en los viajes y que desea explorar rincones tanto externos como interiores de mi sexualidad. Me pasó en Croacia que conocí a un chico, en una de esas veces que un amigo de un amigo de un amigo te recomienda alguien para salir por un café. Y este chico me había visto en cierta aplicación, teniendo una idea previa de mi. Una equivocada, afortunadamente. Tras recorrer la ciudad ese día, decidí dejar el miedo (o la tochada como diría en mi ciudad) y escribirle un mensaje. ¿Su respuesta? Que evidentemente era tarde para un café pero si quisiera, podía tomarse una cerveza conmigo. O mejor aún, que si quería podíamos darle paso directamente a las cosas y que entrara a su cuarto. Que quería ser mi dueño. No, yo no soy alguien que le guste ser totalmente sumiso. La sumisión es extraña para mi, tanto como activo como pasivo soy dominante, y me encanta tener cierto nivel de control en ello. Pero estaba este tipo que tenía tanta seguridad en lo que decía que no podía evitar preguntarme qué pasaría si dijera que no. ¿Y, que más da? Si la magia de viajar es adentrarme en territorios desconocidos y estos está precisamente el de mi sexualidad. Luego de timbrar en su casa, he subido las escaleras para encontrarme al abrir a este sujeto. Totalmente desnudo. Sin nada. Ni un saludo. “Ponte de rodillas”, me dice. Y me cuenta una regla básica en este juego: voy a chuparle la verga, solamente eso. Sin manos. Solamente puedo usar mi garganta. Y el único propósito de esa noche es que yo voy a ser su chico bueno y voy a tragar su leche. Me obliga a poner las manos detrás, se acuesta en la cama y solo se dispone a eso. Entre mi incredulidad, solo pensé en dejarme llevar. No tenía nada más que experimentar y jugar a aquello que no había jugado. Y me encantó. De tener el control durante el día en ese perfil de influenciador, ser expuesto de noche como un total sumiso. Tomó mi cámara, la apuntó hacia mi. “¿Ahora quien es influencer?”, mientras comienza a grabar. Todo el rato, moviéndome de posición, escupiéndome, controlando, embistiéndome y mientras, yo lo único que hacía era succionar como sabía hacerlo. Se retorcía, se levantaba, me miraba con una cara de saber qué estaba haciendo. Y así, viéndolo retorcerse fue como sentí que mi garganta se llenaba de lo que más quería tragar esa noche: leche. “Creo, sin broma, que es la mejor mamada que me han dado”, dice. “Sirves para esto, perrita”.

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Ando resolviendo que fue lo que pasó con mi último post, así..

Ando resolviendo que fue lo que pasó con mi último post, así que sean pacientes.

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VI: AZERBAIYÁN Kutaisi, Georgia. Estaba en mi cuarto, apena..

VI: AZERBAIYÁN Kutaisi, Georgia. Estaba en mi cuarto, apenas alistando maleta ya que era mi último día en Kutaisi, en Georgia. Dentro de un rato salía a Chipre a continuar mi viaje que no tenía fin. Conversaba con un señor en Grindr, en eso que uno diría para quemar el tiempo. — ¿Qué haces en este momento?, - le pregunté. — Estoy en la universidad. — Va, ¿dando clases? — No ... estudiando. Resulta que era un "pollo", como decimos coloquialmente en Colombia. Apenas llevaba a los veinticuatro, y solo quería experimentar según él. Bueno, más que eso: me decía que tenía mucho tiempo que estaba muy caliente y solo quería hacer una cosa. Tras luchar infructuosamente con la puerta de entrada, entra a mi cuarto un joven rubio, de ojos verdes, muy modesto y algo introvertido. Su cara apenas tenía la barba puesta, sin bigote, como seña de todo musulmán de la región, la misma que todo practicante del Islam tiene en Chechenia o en Azerbayán. Llevaba detrás el morral de la universidad con los apuntes aún frescos de la clase que estaba tomando. — No eres georgiano, ¿verdad? — Sí y no, soy azarí. Confieso que eso me dio morbo. No es por el fetiche de este grupo de historias de hacer que un pasaporte distinto se descargue conmigo, sino porque no había podido viajar a Azerbaijan debido a las restricciones de frontera. Pero no importaba más, ambos estábamos tremendamente mal de la cabeza, calientes a más no poder y entre su pantalón solo podía ver una erección enorme a la que fue inevitable abalanzarme. No fue sino después de dejarlo completamente húmedo y que él sin remedio me estuviera masajeando para dilatarme, que procedemos a seguir. Abre su morral, saca un cuaderno en la mesa y detrás un condón. Uso prEp tanto para protegerme a mi mismo como para el comfort del otro. Como pasivo, la diferencia de sensación de sentir un condón o no, no se me hace relevante y lo hago para que el otro se sienta cómodo. Este era el caso de él, que no le molestaba en lo absoluto usar condón, a pesar de saber que conmigo podía hacerlo sin él mismo. Tras empujarme la verga y de forzarla para que estuviera dentro, el chico no paraba de moverse dentro de mí. Podía ver que realmente era un curioso, que su vida sexual apenas empezaba y su inocencia aun se notaba. Me veía reflejado a su edad pidiendo permiso para moverse dentro, para darme vuelta y me preguntaba mirándome fijamente con esos ojos si lo hacía bien buscando una aprobación de alguien mayor que le dijera que lo hacía de forma fantástica. Entonces me abraza y estando más que cómodo mientras me embestía con su verga -que no era para nada pequeña- me pregunta con la misma prudencia de un muchacho ante alguien mayor. — Por favor, ¿me dejarías preñarte? Asiento con la cabeza. Se retira unos pasos y se quita el condón. Se veía que estaba emocionado, sin decírmelo claro, que era la primera vez que iba a preñar a otro hombre. Toma mi cámara, queriendo tener el recuerdo de lo que sería esta primera vez y lo hace. Esos dos minutos son los que están aquí. Dos minutos de una regresión a mis primeros años teniendo sexo. Era retroceder a mi propio despertar sexual.

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GUÍA: APLICACIONES Y PÁGINAS WEB DURANTE UN VIAJE Estamos e..

GUÍA: APLICACIONES Y PÁGINAS WEB DURANTE UN VIAJE Estamos en una era donde la tecnología nos facilita el poder quedar con otras personas para tener encuentros sexuales. Siendo un tanto complicado para algunos en ciertos países con restricciones de aplicaciones o donde simplemente sus habitantes están más en el closet, se ha creado un ecosistema de aplicaciones disponibles que tienen más o menos relevancia dependiendo a donde se viaje o que kinks/nichos se tenga. Así que tengo esta lista para que descarguen y anoten. 1. POR PAÍSES Grindr: Sí toca empezar por esta. Grindr es una de las aplicaciones más conocidas y es popular en muchos países, incluidos los Estados Unidos, Latinoamérica y varios países europeos. Sin embargo, Grindr precisamente por su popularidad está prohibida en muchos países como Turquía, China, Emiratos Árabes Unidos y Rusia. Precisamente por ello, he elaborado una lista de opciones en países donde no funciona. Scruff: Scruff es una aplicación popular para hombres homosexuales, bisexuales y transgénero, conocida por su comunidad inclusiva y diversa. Scruff es muy popular en países como Canada, Sudáfrica, Australia y los antes nombrados del hemisferio occidental. Particularmente en Arabia Saudita tiene mucho protagonismo. Hornet: Hornet es popular en países como Brasil, Francia, Sudáfrica, Francia y Tailandia. En países como Turquía y Rusia donde Grindr está bloqueado, Hornet es la aplicación más usada. Jack'd es conocido por su diversa base de usuarios y se usa en varios países, particularmente en América del Norte y Europa. Recomendada si viajas a Reino Unido donde tiene un gran grupo de usuarios. Blued es una aplicación de redes sociales gay que se originó en China y ha ganado popularidad en varios países asiáticos. Tiene webcams en vivo así como un feed de fotografías similar al de Instagram. Recomendada si viajas a China u otro país del Sudeste Asiático. PlanetRomeo es una plataforma de citas gay que es popular en muchos países europeos. Recomendada si viajas a India, Alemania, Austria, o Suiza. 9monsters: 9monsters es una aplicación de citas gay que es popular si viajas a Japón y Corea del Sur. Wapo: Si bien Grindr funciona muy bien, Wapo es una aplicación española dedicada específicamente a los locales. Recomendada si viajas a España. Dirtyroullete: Dirtyroullete tiene una facilidad de funcionar como página de encuentros porque no necesitas crear una cuenta o un perfil y directamente, al estar el otro en cámara, no corres riesgos de mostrar tu rostro obligatoriamente. La gran particularidad de esta página es que su algoritmo de aletoriedad te prioriza las cámaras que están en tu ciudad o región. Recomendada si viajas a Armenia, Georgia, Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Pakistan o India. https://dirtyroulette.com 2. POR NICHOS Feeld: Feeld es una aplicación que surge para intercomunicar personas interesadas en la no monogamia, el poliamor, el sexo casual, fetiches sexuales, el intercambio de parejas (swingers) y otros modelos de relación alternativos y preferencias sexuales. 3FUN: 3FUN es una aplicación dirigida a parejas abiertas que buscan tener un trío, principalmente su público son parejas heterosexuales que buscan una chica o un chico para hacer un encuentro sexual. Sin embargo hay parejas bisexuales y homosexuales en la app. Daddyhunt: Daddyhunt es una aplicación de citas y redes sociales diseñada para hombres homosexuales jóvenes que están interesados ​​en salir o entablar relaciones con hombres mayores o "daddy/daddies". machoBB: machoBB es una página web que permite hacer encuentros con personas que les gusta el bar*back o sexo sin condón. Tiene una app "madre" llamada Omolink donde también puede usarse desde el móvil/celular. www.machobb.com

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Una que me he tomado ayer después de una sesión de pajas en ..

Una que me he tomado ayer después de una sesión de pajas en DudesNude. ¿Conocen esa página? Tiene cámaras y encuentros pajeros las 24 horas del día. Un gran recomendado del cual hablaré en la próxima guía: aplicaciones y páginas para encuentros sexuales cuando se está de viaje.

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Chipre, 8:50 p.m El día antes de volar a Chipre empecé a co..

Chipre, 8:50 p.m El día antes de volar a Chipre empecé a contactar gente en CouchSurfing para ver si algún local tenia la disposición de mostrarme algo de su isla, algún café, consejos, lo que fuese. Había dado con un tipo en Pafos bastante amable que quería mostrarme lo posible pero que precisamente para esa semana estaba de viaje. "Lamento mucho Dan, pero tengo un amigo que te puede ayudar" y enviándome un link a su perfil se despide. Abro la foto y no lo puedo creer. Me di cuenta que era él. Sí, era el mismo chico con el que me hacía pajas por Skype de vez en cuando, que juraba que era griego. Pero no, el sujeto de esos chat resultó ser ese mismo que me habían recomendado para conocer la isla. "Entonces, ¿se conocen?", me escribe. "Y si, muy bien", respondí. Le he enviado un mensaje a su perfil y casi no podía creérselo. Él, un ingeniero residente de la isla, heterosexual y calmado quedó a verme en un punto de la ciudad para despejar dudas. Era eso tan extraño que no lo podíamos creer; aunque en el pasado me sucedió en un hotel en Maspalomas, esta vez la sorpresa era más gruesa. Pero como buenas personas, accedimos a vernos y hablar, como si nada hubiera pasado. Quedamos entonces en recorrer Nicosia, la capital de la isla, siendo una ciudad que conoce bien. Por comodidad, dejé mi carro en casa y me subí con él a caminar y recorrer lo más posible de este país o a donde él quisiera llevarme. Fue entonces un día extenuante de mucha caminata, pero en el que pude conocer de primera mano lo que sucedía en la ciudad, su historia y gastronomía. No podía tener la fortuna de tener tan buen anfitrión. "¿Recuerdas lo de Skype?", le digo. Él se ríe y asiente con misterio y capricho. "Pero, habrá que sacar un momento para hacerlo", me dice. Hablamos de todo un poco ya de regreso al carro, justo al finalizar el día. Mirando hacia los lados, quería saber si había algo alrededor que le diera la intimidad para hacernos una paja para caer en cuenta, de forma inmediata que era imposible. Solo había un momento: el carro. De regreso a casa. Me mira, manejando por el atardecer diciéndome que yo no sería capaz de hacerme una paja en su carro. Entonces tomo el celular, prendo la cámara de video y le hago la apuesta: sí, si soy capaz.

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Tblisi, Georgia. "Llega a eso de las 5:30 a la casa, estás ..

Tblisi, Georgia. "Llega a eso de las 5:30 a la casa, estás más que cómodo", me escribe en un mensaje para que lo visite. Habíamos quedado antes, en una fecha anterior cuando acababa de llegar a la ciudad y donde ni siquiera había dejado la maleta descansar. Y es que el morbo me ponía más y me ganaba la curiosidad. Él, de una altura de 1.90 metros, con una verga enorme, solo quería pasar un buen tiempo conmigo, tomando cerveza, un porro, pasándola en total comodidad. Y es que claro, nos habíamos sentido cómodos. Ese día, sin embargo, la cosa era un tanto distinta. Desde nuestro primer encuentro digamos que las conversaciones habían subido de nivel: ya sabíamos que aunque no estaba escrito que tendríamos sexo, nuestro propósito mutuo era sacarnos leche y de la forma más primal posible. ¿Cómo? Dejando exudar nuestro impulso sexual al ritmo que el otro ponga. Entonces tenía un pase derecho a ser el cerdo que quiero ser cuando alguien me lo permite: sabía que con él, desde ese sofá donde nos empezamos a masturbar, el día se iba a poner oscuro mientras nos escupíamos, gemíamos, lamíamos y pajeábamos. Nuestros cuerpos dejan de ser educados. No nos interesa ser una persona correcta cuando estamos enfrentados los dos al simple deseo de dejar al otro construir el orgasmo. Sé que en otros ámbitos este salvajismo entre dos hombres puede verse errado, lo sé. O puede que sea precisamente ese salvajismo lo que sea tan poco común que se sale por completo de todo lo que había pensado cuando me masturbaba con un amigo o conocido. Es que esta paja es, en definitiva, nada de lo que había hecho antes.

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Altos de Karaberd, Armenia. Tres días en un hotel. Nos besá..

Altos de Karaberd, Armenia. Tres días en un hotel. Nos besábamos, escupíamos, lamíamos, pajeabamos, cogíamos como animales. Había todo un instinto reprimido que salía ese día sin miedo a ser juzgado. Él, que apenas llevaba un mes fuera del ejército y yo, que viajaba por primera vez después de un largo rato. Sentíamos que todo ese tiempo perdido había que quemarlo, de una u otra forma, en todo aquello que se llama desesperación y conexión. El coger cuando hay razones más allá de la atracción sexual. No hay historia, porque no hay más que contar. Nos obligábamos a detenernos y explorar los alrededores solo para volver y dejarnos llevar nuevamente. Nos obligábamos porque el cuerpo llegaba a puntos de no resistir, de tener que detenerse si queríamos continuar. De aquello, que inexplicablemente hace que un polvo sea más que eso. No hay historia. Solo este video. Y sé que no han visto nada igual antes acá.

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Estepanavan, Armenia. Imagina que te guste tanto alguien qu..

Estepanavan, Armenia. Imagina que te guste tanto alguien que te animes a viajar con él. Que cambies la ruta de tu recorrido original por alguien con el que tuviste una fuerte conexión. Una persona que conociste de forma errática, mientras usabas estos sitios de cámaras c2c y que con el sentido del humor fue suficiente para comunicarnos, así no entendiéramos el idioma el uno al otro. Saben, no me gusta del todo grabarme teniendo sexo y siempre que lo hago, trato que sea algo muy puntual: me distrae la cámara, o los ángulos y no sé en qué fijarme, pero, durante los días que estuve con él mientras aprendíamos de la vida uno al otro, el sexo y el placer de grabarnos teniéndolo podía más que otra cosa. Un encuentro sexual (del que fueron muchos y de lo que este video, apenas es uno de ellos), nos daba prórrogas de pasión para hacer lo que queríamos ser. Un tanto libres. Un tanto propios. Él, recién salido del ejército y muy abierto con su condición sexual. Yo, finalmente redescubriendo el mundo y siendo libre. Ambos, sin podernos hablar y a la vez, diciendolo todo.

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Cuatro momentos de apropiarme de un lugar abandonado. Tskalt..

Cuatro momentos de apropiarme de un lugar abandonado. Tskaltubo, Georgia. 📍Hotel Sakartvelo.

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V: INGLATERRA Ljubljana, Eslovenia. 11:24 am. Había bajado ..

V: INGLATERRA Ljubljana, Eslovenia. 11:24 am. Había bajado rápidamente de la cama, ya que ese día tenía que irme del hostal muy temprano. Ljubljana, que es una capital pequeña, podía verse fácilmente en un día y quería aprovechar el tiempo de la mejor forma posible. Es por eso, que lo primero que hice fue tomar mi ropa interior, ponérmela (ya que duermo desnudo en los hostales) y apresuradamente bajar para arreglar la maleta. En el cuarto estaba justo debajo de mi cama un chico totalmente tatuado, con una sábana que apenas le tapaba sus partes íntimas y en el suelo, un jean y unos bóxers arrojados. Una de esas escenas de hostal típicas en que te pones caliente imaginando lo que pasa alrededor, pensando como la tendrá tu compañero de cama. Luego de regresar del baño, adornado con un graffiti sexual con una referencia directa a la pornografia que no ayudaba a mi calentura, encontré que el chico estaba despierto a un lado de la cama, saludándome de forma seca apenas entré y con ello, a las dos chicas que estaban haciendo la maleta junto a mi. Diez minutos después estaba ya en la calle, tomando un café como un prematuro desayuno. En una búsqueda de curiosidad en una aplicación, me di cuenta que había alguien sospechosamente se parecía al del cuarto del hostal. No, no solo se parecía: era él. - Hola, creo que eras el del hostal que estaba en mi cuarto, - le dije después de intercambiar números. Para mi desventura, yo ya había hecho check out de la habitación. Pero, ¿que posibilidades de coincidir habían para que dos chicos calientes esa mañana estuvieran en la misma habitación del mismo hotel? Bueno, era la segunda vez que me pasaba, si recuerdas lo que sucedió en Palma de Mallorca. Aquí, la cosa sin embargo pintaba aun mas arriesgada, ya que no tenía como entrar al hostal pero las ganas de tomar leche ese día, como si fuera el desayuno definitivo me ponía mas. El cielo de la ciudad avecinaba tormenta y tomé una decisión. Estaba muy caliente, pero muy. Dos días de viaje sin parar no habían ayudado sino a acumular ganas y líbido. Él por su lado, también. Los dos, por coincidencias de la vida, estábamos en la misma habitación. Él, me había morboseado el bulto mientras yo no quitaba mi imagen de verlo dormir con la sabana solamente tapándole su entrepierna. Y ahí estaba, en la entrada del hostal, mirando cómo entrar sin que se dieran cuenta los administradores. Al extremo de la recepción esta una puerta que solo se entra con llave y él, siendo el único de los dos que podía abrir, tenía que bajar a abrirla. Entonces nos sincronizamos de tal forma que yo al entrar simplemente seguía derecho hasta la puerta y que al acercarme, él detrás la abría. Funcionó. Perfectamente. En minutos estábamos en el cuarto. Él cierra la puerta con candado, porque no teníamos tiempo apenas para desatarnos ya que los chicos de limpieza podían entrar en cualquier momento a organizar el cuarto. Fue cuestión de apenas entrar, besarnos y ponerme de rodillas en el suelo mientras él, en la cama, como haciendo alusión aquello de temprano en la mañana se saca la verga para darme de comer. Yo, con ganas de más, me la tragaba profundamente en aquella habitación vacía de otros mochileros que se habían ido a caminar Ljubljana. Todo, con generar el más mínimo ruido ya que no queríamos levantar sospechas y que yo, ni siquiera estaba registrado en el hostal. - No se que pienses, pero te la quiero meter, - me dice. Aquello no estaba en planes, si es que “planes” puede definir esto. Hacía un tiempo no me la metían, desde Georgia he estado siendo activo con los chicos que conocía y las ganas de que me cogiera podían más. Era apenas de bajarme el pantalón, escupir y de tratar. Fue paciente y generoso, lo hizo con todo el gusto y me embestía en cuanto veía que mi culo estaba dilatado y que podía metérmela más. Yo ahogaba mis gemidos en la almohada, mientras sentía como me corría sin siquiera tocarme. Le dije que no se preocupara, que siguiera. Que igual me iba a correr de nuevo. Que estaba tan caliente, que un segundo orgasmo podía venir. Eso hizo que aún más me penetrara, mientras miraba a la puerta esperando que nadie nos interrumpiera en el momento más álgido de nuestro encuentro. El riesgo de ser descubiertos no le pudo más y poniendo mi cara al frente se ha corrido y yo con él. Chorros tras chorros de leche caen en mi cara, y los míos al suelo. Los trago, los limpio, nos vestimos y salimos a caminar la ciudad. Una Ljubljana en la que mi barba quedó con rastros de leche de un mochilero y que el suelo del hostal tuvo una historia que contar. Justo a tiempo.

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Tskaltubo, Georgia. 4:45 pm. (ASMR) (Usar audífonos con est..

Tskaltubo, Georgia. 4:45 pm. (ASMR) (Usar audífonos con este) No era un edificio fácil de entrar. El día anterior había hecho un pequeño reconocimiento del lugar en donde me di cuenta que no había forma fácil de poder entrar a este sanatorio abandonado. Contrario a los otros de Tskaltubo, este en particular estaba cerrado y había leído que incluso tenía guardas de seguridad. Pero hoy, las cosas pintan distinto. Había avistado un boquete en el cual podría pasar pero estaba demasiado descubierto a la vista de todos. Entonces un hombre que pasaba por el lugar me hizo señas que le esperara y tomando su teléfono, hizo una llamada. ¿Policía? ¿Algún contacto? Nunca lo sabré. Solo la especulación me daba pistas, que, posiblemente llamó a alguien que trabajaba ahí a preguntar si habían o no guardias. Todo, porque hizo señas que no veía nada y que se hacía el ciego si yo entraba, aunque señalándome que debí hacerlo por el otro lado. Dudando mucho, llegué a un punto aceptable para saltar. Esperaba a que nadie pasara y después de poner mis cosas al otro lado de la reja, solamente brinqué y rápidamente entré al edificio. Aquí estaba, en el teatro del hotel. La gran sala. Un arrime de ruinas en la entrada me daban la plataforma perfecta para poner la cámara y grabar. Quería, desde la noche anterior, hacerme una paja y sabía que estaba en el lugar perfecto para hacerlo. No solo eso, sino que el sonido y la acústica eran perfectas. Naturaleza y silencio puro. Podía hacer gooning incluso, dejarme llevar en mi onanismo y sacarme toda la leche posible en la intimidad de este espacio, cosa que hice. Lo hice con apenas cinco minutos de ventaja. No fue sino tomar la cámara, caminar un rato fuera del sitio y vi a cuatro chicos al fondo del pasillo. Cuatro urbex como yo. Iban hacia el teatro. Espero no hayan mirado al suelo.

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Alguien me pidió por privado que si mostraba los pies en un ..

Alguien me pidió por privado que si mostraba los pies en un video. Y bueno, por qué no.

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IV: RUSIA Tbilisi, Georgia. Había quedado con su contacto d..

IV: RUSIA Tbilisi, Georgia. Había quedado con su contacto después de un chico pajero que había conocido en Armenia semanas atrás, en una de estas páginas de cámara con cámara que había facilitado tanto el quedar con chicos en un país tan restrictivo con la libertad sexual. Todo apuntaba a que en Tbilisi había un chico de Rusia que era pajero total y le encantaba hacerlo con otros. Y sí, el mismo día que he llegado a la capital de Georgia, en las primeras horas justo después de dejar mi equipaje fui directamente a verlo. Llovía afuera, así que “caminar” la ciudad no era algo propiamente disfrutable a estas alturas y después de conversar por chat, estaba entusiasmado con la idea de hacernos una paja. Después de comprar conmigo unas cervezas, fuimos a su refugio. Un piso donde en la mesa habían mandos de PlayStation, unas pipas para fumar, unos porros, y las dos nuevas cervezas. Se hizo su silla y yo en la mía, notando fácilmente como su verga se marcaba en su pantalón deportivo invitándome sutilmente a lo que iba a suceder. Claro, quería primero conocerme mejor y cómo llegamos los dos ahí. En medio de sun historia me cuenta que después de divorciarse, decidió ir a Georgia a montar una bar. -—¿Divorcio?, —le pregunté. Sí. Estaba casado con una mujer pero ahora es completamente homosexual y que todo detonó en una noche en una calle de Hamburgo mientras estaban de vacaciones. Ese día discutió seriamente con su pareja. Me contó, que mientras caminaba por las calles de Hamburgo, por su cuenta tras dejarla a ella en el hotel, se topó con ciertos sitios oscuros donde los hombres daban rienda suelta a sus fantasías entre ellos y eso le quedó taladrado en la cabeza. Tanto que todo el día la tentación de irse allí le podía más. ¿Y por qué no, si estaba de viaje en un país que no es el suyo, donde nadie lo conocía? Y es que si hay algo en la magia de viajar es precisamente estar en otro contexto, totalmente diferente al que estamos acostumbrados, donde podemos hacer cosas y experimentar sin peso de culpa. Es como si nos desconectáramos por completo de nosotros mismos y estuviéramos en un lugar donde somos otros. Es por eso que la tentación de estar ahí, en una situación de desapego total, lo precipitó a pensarlo. Pero claro, de ahí a hacerlo había un trecho. Sabía que tenia su esposa y que igual estaba de viaje pero los problemas no cesaban desde casa y ahora, incluso en unas vacaciones, los había. Esa noche fueron a cenar como reconciliación pero aun así, cuando fueron a la cama, su esposa le dijo que no estaba con ganas de nada y que durmiera en el sofá. Entonces tomó las llaves y salió a dar una vuelta. Fue al mismo distrito rojo que había visto en la mañana y el cine porno homosexual que le había echado el ojo fue sentencia para entrar. No había nadie que lo juzgara y de nuevo, donde estaba hacía que cualquier cosa que hiciera se quedara en Hamburgo. En ese momento se agarra el paquete y dándole otro toque al porro, me dice que le dieron la mejor mamada de su vida. Él sabe, que con su tamaño, no es que sea fácil para algunos poderse tragar todo dice un golpe. Pero en ese cine supo por fin lo que es una garganta profunda y le quedó gustando. Más que todo, la energía que tenía hacerlo con un hombre, lo cual le sorprendió por completo. Lo duro que estaba viendo otros hombres le confirmó la sospecha que tenía desde adolescente: era bisexual y si no, homosexual. Fue entonces que viajar le hizo despejar certezas que en su país no tenía cómo. La libertad le dio espacios para hacer lo que la mente quería hacer. Su vida cambió. Sentados los dos en las sillas de su piso en Tbilisi y con algo de vuelo por lo que estábamos fumando, me dice que si quiere, puede hacerse una paja conmigo. ¿Como rechazarlo? Obviamente, para eso estábamos citados los dos. Sentándose en el brazo de mi silla y abrazándome como protegiéndome o siendo anfitrión, me mete la mano en el pantalón. —Nada mal eh, —me dice. Claro, él mide como 2 metros y al lado de él, le llego apenas a su pecho. Pero al ponernos de pie frente al espejo, nos damos cuenta que todo esta proporcionado, como si yo fuera una versión pequeña de él. No reímos como tontos y nos fuimos a un lugar mejor: su cama. Entonces, abrazándonos, poniendo las cabezas frente a frente, empezamos a movernos la verga. No como lo usual, no: con furia. De esas pajas sacadas desde dentro, con aliento, con la misma fuerza de entrenar en el gimnasio. Nada más que saliva escurría de nuestras bocas, más toda la que me escupía en la boca y yo en la suya para lubricar, todo con el sabor de las cervezas que habíamos comprado. —Vamos a producir leche Dan. Toma la cámara y empieza a grabar.

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¿Sacarme la verga en medio de un parque abandonado de Yereva..

¿Sacarme la verga en medio de un parque abandonado de Yerevan? Check ✅ ¿Darme cuenta dos minutos después que el sitio no estaba tan abandonado como pensaba? Doble check. ✅✅

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Yerevan, Armenia 40°10'19.7"N 44°31'36.4"E https://maps.app...

Yerevan, Armenia 40°10'19.7"N 44°31'36.4"E https://maps.app.goo.gl/1sRjwUWSdiTSiyo77?g_st=ic 6:30 pm. — Pues me ha gustado mucho lo que vi, me dice desde el otro lado de la pantalla. Había quedado en el chat con él después de habernos visto por cámara en una de estas páginas de cámara con cámara donde quedas verga a verga con alguien. Parecía interesante, relajado, hablaba inglés y definitivamente era guapo. Me preguntó cuales eran mis ideas de venir a Yerevan y que si como turista buscaba algo en especial. Si, la conversación había empezado sexual pero precisamente en el alcance de la confianza que tuvimos, el tono cambió. Debe ser porque para otro extranjero en la ciudad, tener una vida con otras personas del colectivo en un país donde está tan oculto serlo, se ve como una medida de afianzamiento y seguridad. Por eso mismo, en lugar de quedar para tener sexo en su casa, decidimos mejor dar un paseo. Aquí es donde mi respuesta a su pregunta salió a la luz: “pues me gustan los lugares abandonados”. Había visto uno que me interesaba muchísimo, cerca al Estadio Nacional, una especie de spa con piscina olímpica que fue construida por los sovieticos con un revival de arquitectura nacionalista pero que había caído en desgracia. Tenía miedo que hubiera corrido la misma suerte de las piscinas de Rubí en Barcelona, que después de visitarlas habían desparecido por una demolición. ¿Pero que tenía que perder? Podía encontrarme con él, ir al sitio y tomar unas buenas fotos. — Es mi primera vez yendo a un sitio abandonado, —me dice. — Pues es mi primera vez conociendo a alguien de Dirtyroullete, —le respondí refiriéndome a la página de pajas donde nos habíamos visto. Media hora después nos veíamos en un monumento muy cerca de nuestras casas. Él, cómodamente vestido, era un ruso de estos que habían huido del país ante la orden de reclutamiento forzado y se había asentado en algún país periférico mientras la situación cambiaba. ¿Que si era guapo? Esta tremendamente bueno. Era todo y más lo que había pensado que podía ser. Pero aún así, sabía que las intenciones de este recorrido era simplemente conocernos mejor más mis intenciones de ir al lugar abandonado no eran más que esas. No, no tenía ninguna intención alguna de tener sexo con él. Cruzamos un barrio un tanto complejo donde un señor en ruso definido, nos señala un camino un tanto abandonado hacia la piscina. En dicho camino, un grafiti de como agarrar los genitales a otro en forma de defensa personal nos habría en tintes sutiles el camino a la conversación que tendríamos después : el cómo se pude tener vida gay en una ciudad tan en el closet. Entramos en los complejos de la piscina, donde solamente éramos el sol, un perro desde una terraza que no paraba de ladrar y los dos. Habían rastros de colchones, lo cual podría decirse que durante el invierno personas sin hogar hacían de este lugar su hogar y que es, precisamente una de las complejidades de hacer urbex ya que puedes sin saberlo invadir el espacio de alguien. Afortunadamente, el sitio parecía desierto desde hace meses y que no había absolutamente nadie en el lugar. Me contaba que desde que llegó a la ciudad, había visto como es de complejo acercarse a tener citas con otros chicos o incluso quedar con ellos, que muchos de hecho habían hecho la vista gorda con su sexualidad y adoptan conductas heterosexuales como forma de protegerse, aún sabiendo que en lo privado son otros. Yo, curioso, contaba precisamente que en varios países donde sucede eso y que había visitado, daba que los locales se vuelven mucho más arriesgados y puntuales a la hora de tener sexo, y recordé justamente como me pasó lo que me pasó con el taxista el otro día. — ¿Has tenido algo en estos sitios?, — pregunta curioso. — Si pero casi siempre solo. Me gusta pajearme en ellos, cuando me siento seguro. Una vez, eso sí, con un exnovio en Panamá tuvimos sexo en una base militar abandonada. Creo que ha sido de lo mejor. Mirándome como con curiosidad, algo se le disparó dentro. La conversación seguía mientras subíamos los niveles del complejo. Me preguntaba si me tomaba fotos en los sitios y le respondía que sí, que tenía cierto morbo por hacerlo en lugares abandonados y desnudo. Que tenía incluso un morbo por hacerlo con ciertas poses y que estaba preparando una exposición al respecto. Miraba alrededor, cambiábamos del tema y sorteábamos el edificio. Le decía, claro, que trucos hacer cuando visitara estos lugares ya que era su primera vez: mirar que no hubiera animales, que las escaleras estuvieran en buen estado y si no, caminar por el borde pegado a la pared, evitar filtraciones de agua, etc. parecía estar muy interesado en todo lo que le iba enseñando a medida que nos movíamos por el lugar. Empezaba hacerse de noche y le dije que deberíamos salir a lo que empecé a acercarme lentamente por donde íbamos directo al camino de regreso. En eso, viendo que las cosas empezaban a cambiar, se ha detenido y me dice que si estaba seguro que yo me quería ir. — Ya que estamos aquí, no te gustaría…no se, ¿hacer algo? Y claro, entendí perfectamente que quería. Si nos habíamos visto haciéndonos la paja, más las preguntas en el día, la excitación misma de estar en un lugar abandonado por primera vez y la oportunidad de hacerlo ahí mismo podían más. Inmediatamente se me puso dura y le dije, contundentemente que sí. Por eso buscamos rápidamente un espacio donde no pudieran vernos desde la calle, o donde el perro agresivo desde arriba no pusiera bajar, ya que eso arruinaría todo. ¿Lo peor? No lo conseguimos. Había un minúsculo espacio debajo de la gradería, pero muy buen conectado con múltiples formas de entrar. No, no le importó nada y parecía decidido sin dudarlo. Tanto, que se lanzó directamente a besarme y a meterme la mano en el pantalón. Todo fue tan rápido, tan acelerado que no teníamos tiempo que perder: la luz se iba, las ganas estaban y podían encontrarnos en total impunidad en un lugar donde podría suceder de todo. En menos de un segundo, hemos abierto el pantalón y nos hemos sacado cada uno las vergas: la suya, totalmente dura y húmeda de todo el precum producido con las conversaciones apenas eran invitación tentadora a tirarme de rodillas y chupársela. Lo hice sin duda alguna, sin mediar palabra. Sin siquiera decirle que esperábamos. Nada. Solo la agarré, la escupí, y me dediqué brutalmente a metérmela toda dentro. Sujetándome la cabeza, mirando alrededor, solo me decía que siguiera, que nadie se lo había hecho tan profundo. Todas esas ganas de tener sexo en un país tan represivo se daban explosión en un espacio abierto ante la seguridad que nos daba que estuviera abandonado. Escupiéndolo, agarrándolo de la cabeza y empujándolo a la mía, se ha dedicado a lo mismo: tragársela sin que hubiera un mañana. Yo, con miedo pero vigilante, solo podía empujársela cogiendome su garganta y haciéndolo producir más saliva, que sin nada que la detenga, caía al suelo. Todo ese forcejeo solo hacía que todo se tornara aún más delicado porque mientras más tiempo pasábamos, más riesgo había que nos pillaran. Los gemidos estaban ahogados, no queríamos llamar la atención del perro ni de alguien que curioso pasara y viera lo que hacíamos. Y creo, justamente que eso fue lo que hizo que no aguantara más y me sujetara de la garganta para disparar no uno, sino diez chorros de leche directamente en la garganta al mismo tiempo que yo no podía aguantar las ganas y correrme ahí mismo también. La sola sensación de tener leche caliente, pero con adrenalina en mi boca eran apenas suficientes para que no aguantara un segundo más. — Buen trabajo chiquito. ¿Quieres una foto de las que te tomas? Y pícaramente me guía hacia uno de los espacios más abiertos del lugar y viéndome la cara de satisfacción que cargaba, y con mi verga aún chorreando leche de ambos, me ha hecho una foto.

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Yerevan, Armenia. 11:20 pm. Entonces eran las 11:00. Había ..

Yerevan, Armenia. 11:20 pm. Entonces eran las 11:00. Había terminado una cerveza con un chico que había conocido días atrás en Yerevan y mis pies, que de tanto caminar por la ciudad ya dolían decidieron que no podían más. Entonces, hice lo que casi nunca hago cuando viajo: tomar un taxi. Al final no era tan lejos, pero desde el otro extremo del centro y a esa hora, venía como agua de mayo. Al entrar al taxi, me escribe en el chat cual era la dirección. Para ello, cargo el traductor con el ruso descargado con el que podemos hablar y traducir mutuamente todo. No era lejos no tan difícil, y el tipo se veía bastante cómodo. Incluso tenía puesta musica de Eurovisión, a lo que había puesto Chanel al intuir erróneamente que yo era español. Todo normal y folclórico hasta aquí. Entonces me fije como, la lado de la palanca de cambios había uno de estos juguetes masturbadores, un fleshjack tal cual como el que he recomendado a algunos comprar aquí. Lo miré y me miró con una mirada un tanto inquieta. Entonces, para decirle que se relajara, le escribí en el traductor que yo tenía uno de esos en casa. De aquí en adelante, la dinámica cambió. De una forma casi intuitiva e inocente, le dije con mis manos que yo también me hacía la paja. Toca así, porque cuando no conoces el idioma, los gestos dicen más que las palabras. Y claro, el traductor resulta esa arma infalible que ayuda a flexibilizar todo, porque al ponerle el micrófono, me dice que tiene uno extra también. Por un segundo fui inocente y no sabía a qué se refería, pero luego caí en cuenta que había una posible intención: ¿por qué un taxista iría con dos fleshjacks en su carro? Lo miré y mientras manejaba, con su mano libre, hizo el mismo gesto pajero que yo hice. Sí, me estaba invitando a una paja. Pero había un pequeño, diminuto problema: había llego a la puerta de mi casa ya. Entonces, estaciona el taxi y me escribe en el chat que conoce un sitio, un tanto retirado al borde de la ciudad donde podemos estar bien. Qué hay otros, pero a veces cae la policía, pero mientras estemos en el coche estamos bien. ¿En ese momento, uno que hace? ¿Se deja llevar o el miedo de estar en un país distinto, tan restrictivo para estas cosas podía más? Pero, que podía pasar, ¿dos “amigos” haciéndose la paja en un carro no clasifica como “gay”, o si? ¿Depende del policía? Todo eso en un segundo. En el mismo que le dije que sí. En poco menos de 10 minutos llegamos. Apaga el carro, echamos los asientos atrás y saca de una bolsa negra, el segundo juguete: un tanto más grande, pero igual de morboso que el primero. Nos miramos, como queriendo ver quién se atrevía primero, cosa que, la adrenalina misma del momento hiciera que yo diera el primer paso: me baje el cierre y me saqué la verga delante de él. Tomé el juguete y empecé a lamerlo para no antes, deslizarlo. Justo al volver la cara, me di cuenta que hacía lo mismo con el suyo. Estaba duro. No, más que eso: el extremo total de estar duro. Tenía la verga a reventar, partiendo con que tenía puesto el cockring porque esperaba esa noche tener acción con el chico pero no se dieron las cosas. Pero por estas cosas que inexplicablemente pasan, estaba haciéndome una paja con un taxista en una calle de la ciudad. Su verga era tremendamente gruesa, se veía como al meterse el juguete sexual no podía dejar de traspasarlo y cómo gemía al hacerlo. Me causaba aun más morbo pensar que esta era su salida social, que lo hacía frecuentemente en su coche, que se masturbaba mientras trabajaba: uno de esos como yo. Tomé mi móvil y le hice la seña preguntándole si podía grabar a lo que sorprendentemente dice que sí. De aquí ya la cosa pasaba a ser tremendamente morbosa: la paja no hacía sino crecer, lo grababa mientras se pajeaba y abría las piernas y lo miraba con señal de aprobación, como diciéndole que lo estaba haciendo de forma magnífica. Todo sin palabras, todo con gestos, jadeos y sudor. Tiende, sin medida alguna, su mano. Sí, tiró su mano directamente en mi juguete y me ha empezado a masturbar. Sonríe, como sabiendo exactamente que hacía, mientras él movía la suya a la misma velocidad. Notaba que el calor dentro del carro subía, y que íbamos a poner las ventanas peor. Miraba a todos los lados, con algo de miedo, y si veía alguna sirena reflejándose a lo lejos me daba pánico a cuotas y subía mis pantalones. Pero él, quien se notaba sabía lo que hacía, me decía que todo estaba bien, de nuevo, con sus gestos. Eso hizo que entrara en mucha confianza. Que a pesar de haber bajado un poco la ventana para respirar, y que alguien muy curioso pudiese mirar dentro y vernos, los vidrios polarizados y el agite de ambos podía más. Fue entonces que me la jugué toda. Le agarré la verga y en un impuso, lo masturbé como lo hago acá en los tutoriales. Con el pulgar masajeaba la punta, mientras con los otros dedos apretaba y dejaba soltar. Notaba como se echaba hacia atrás y gemía, sin pretender que acabara aún. Solo quería disfrutar el momento hasta el menor detalle. Era tanto, que cuando ví que estaba al más alto nivel de excitación, le retiré el juguete y fui directamente a chuparle la verga. Gruesa, de estas que engañan al verla por primera vez: al ser el corpulento, a primera vista era una cosa pero tenerla en la boca, era otra. Me agarró con la mano y sin dudarlo, me la enterró entera en la garganta, mandando empujones una y otra vez mientras sudaba de placer, dejándosela finalmente llena de saliva, lista para seguir pajeándonos. Ya me sudaba todo, guevos, culo, verga. Mi mano se desliaba a tocarme y la de él, viendo el momento, no hizo sino acompañarme en eso mismo. Tomando su móvil, ha puesto porno para distraernos y yo, un tanto frikeado, seguía viendo a los lados para que nadie nos pillara. ¿Pero que iba a pasar? En la pantalla discurrían escenas de chicos siendo bañados en leche, mientras aquí, un pasajero y un taxista no hacían más que masturbarse mutuamente como si tuvieran una relación de confianza anterior a los hechos. Fue tanto, que no pude controlarme, y empecé a avisar con mi cuerpo, que la leche me corría hacia la punta. No podía controlarlo más. Ha tomado un pequeño vasito de café y para no ensuciar las cosas, -o para que no quedara evidencia-, ha tomado todo mi semen en él. No fue sino cuestión de minutos que con tal escena, con sus dedos aun empapados con el sudor de mis piernas y fantaseando con quién sabe qué momento, ha hecho exactamente lo mismo y se ha corrido. Respiramos. Nos miramos lado a lado, como queriendo decir “qué bien lo hemos hecho”. Nos subimos los pantalones, limpiándonos con una toalla húmeda lo poco o nada que quedaba de evidencia de aquella aventura armena. De regreso a casa, mientras acariciaba su mano con la mía, me ha dicho en el chat que era fanático del Real Madrid sonriendo. Un abrazo, un beso fugaz, y adiós.

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No hace mucho que tengo alguien muy particular en mi lista d..

No hace mucho que tengo alguien muy particular en mi lista de contactos. Una persona a la que me topé, en una de estas páginas web que tanto les he comentado y que comenzamos a charlar mientras nos rotábamos películas porno. En un lapso de tiempo de un año aproximadamente, frecuentamos vernos por cámara: la ponemos, nos masturbamos y seguimos nuestro camino. Pero, de forma constante, he notado que existe un morbo que va creciendo en su forma de interactuar conmigo. No fuera raro, de no ser por una cosa: Es heterosexual. No será el primero, aclaro. En Bogotá, cuando vivía allí y tenía novio, tenía un amigo -al que aun hoy estimo muchísimo- que le encantaba vernos a los dos follar, por cámara claro. Sí, heterosexual y casado, y supongo que le encantaba el morbo de ver a su amigo y colega de cervezas teniendo sexo por la pantalla, como si de una porno se tratara. No me quedaba duda que le gustaba, y la erección que veía lo confirmaba. A mi también me daba morbo de verlo, así no mostrara su cara, porque era esa pieza del rompecabezas que faltaba y suplía mi curiosidad de cómo él la debía tener. Pasa de nuevo con este. Es como si en un espacio tan seguro de comodidad, deja a un lado el rol que la sociedad le dice que debe cumplir y puede decir lo que el placer le dicta. Sí, también tiene su novia, pero ese papel asignado se queda atrás cuando chatea conmigo. Mientras más cómodo se siente él diciéndome las cosas que me dice, más cómodo me siento yo en jugar con mi cuerpo a como me va diciendo. Y se nota, mi forma de masturbarme incluso cambia. Todo por ese juego de comodidad mutua.

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Granada, 7:00 pm. “Hola, ¿qué tal? ¿Qué haces este fin de s..

Granada, 7:00 pm. “Hola, ¿qué tal? ¿Qué haces este fin de semana?”, me escribió un viejo amigo. Al otro lado de la pantalla estaba yo, quien tras dos semanas de trabajo intenso con fotografía estaba a punto de tirar la toalla. A duras penas estos días había tenido tiempo para siquiera dedicarme a mi labor onanistica y poco más. Y es que en esa semana, donde los días de trabajo llegan a ser de 14 horas, uno se olvida de atender esos deberes que nos gustan. Pero no podía quejarme, tenía en mis manos un saludo. Un amigo, de esos que son bengala sexual, me estaba escribiendo. Había vuelto de sus vacaciones y quería saber si yo estaba dispuesto a viajar a verlo en Granada. Si, la de la Alhambra. La mozárabe. Esa ciudad que se subiré de años de historia sin pudor. Resulta que nos conocemos desde hace mucho tiempo porque somos muy buenos compañeros de paja. Nos reunimos en su casa y desnudos, luego de trabajar o cenar, nos sentamos a ver pornografía y dedicarnos a eso, la labor de simplemente dejarnos llevar como colegas. No faltaba más. Viendo como estaba de ánimos y cansado de tanto trabajar, decidí interrumpir mi paja y salir a Granada. Esa noche llegaría y estaba pensando en que deberíamos cenar en casa y después, jugar a lo que ya sabíamos jugar. Prepare una mochila rápida y tomando un carro de estos compartidos, me fui a la ciudad. No era más que llegar cuando le encuentro desnudo en su puerta. Como era de costumbre, entré, me he quitado la ropa y he quedado como nos gusta. Copas van y vienen, así como caricias sutiles de esas que entre dos amigos se pueden dar y que se continúan, luego de la cena, en el sofá. Entonces me dice que si quiere jugar a algo más. No se a qué. Pero hay otro asunto. Ponemos la cámara y empezamos a enseñarle a él que sea curioso a ver qué podíamos mostrar. Tomábamos el celular y grabábamos nuestras pajas para mandarlas a nuestros amigos en común y que les diera morbo de vernos. Mientras todo, agarraba con su mano mi pierna y la acercaba para sentirse más acompañado y seguro, como un asunto casi de grande protegiendo al chico. Al final, entre eso de ser amigos de paja, se da este pequeño rol de ser el que cuida y enseña al que es más vulnerado. Entonces se le ha iluminado la cabeza al ver una notificación de WhatsApp. Estaba a unas calles uno de sus amigos, con el que ha tenido asuntos en el pasado. Le ha preguntado que si está libre, que tiene un queso por si desea compartir con el vino. ¿Que crees que le ha respondido? Pues con la verdad. Tengo a este chico en casa y nos estamos masturbando. Que si quiere pasar. Pero hay condiciones. “Dan”, me pregunta. “¿Quieres jugar?”. Le respondí en mi picardía que si. Estaba tan caliente que podría decir cualquier cosa. Esto, sin embargo era algo nuevo. Quería compartirme. Se le había iluminado la cabeza con la idea de dejar que uno de sus amigos me use delante de él bajo su permiso. No puedo negar el morbo que la idea me causaba así que sin duda le dije que si, solo teniendo una condición: yo estaría en el sofá, esperándolo, de cara a él. Entonces, entró a la puerta. No ha saludado, ni nada, como el juego estaba hecho. Se ha puesto justo al frente mío mientras se quita la ropa, siendo estoico y decidido a hacer lo que le habían ordenado. Porque si, mi amigo le había ordenado muy simple que tenía que abrirme el culo esa noche; que tenía que desnudarse y sin mediar palabra, culearme donde ya él había puesto su lengua esperando sigilosamente a que este apareciera. Y es que no hemos hablado, pero algunos se retractan aún más cuando la ciudad es tan péqueña. Aunque no con él. Sobre el sofá estaba yo, tendido esperando. A centímetros él se acerca y sin decirme nada, me escupe en la boca sabiendo que yo iba a devolverle lo mismo. Eso, esa saliva, la tomo con sus dedos sin importar orden o pecado para ponérmela en el culo. Sin mediar palabra. Cero. Solo quería pagar su promesa y abrirme el culo a como diera lugar. No fue sino poner la punta y empezar lentamente a meterla para que abra espacio: es como si jamás hubiera culeado. Empezó lento y aceleró. Duro, al punto de pensar en separar los sonidos porque estaba gimiendo de placer. Él, en la dicha de culear a tope, con la oportunidad que tenía de verme indefenso. Y al otro lado mi amigo, pajero, viendo la escena transcurrir. Me ha tomado con las manos y la ha metido dentro. Primero la mitad y luego, con respirar, ha metido la otra. No tenía la más mínima intención de dejarme ir sin que me diera su leche directo en el culo. Mi amigo estaba pletórico, no solo por la escena sino por el orgullo de haber elegido bien. Me abraza, me consuela, me tapa la boca para que todos mis gemidos sigan contenidos mientras su amigo de Granada estaba follandome a tope, que los guevos peguen y reboten. Entre todo el sudor, ha sabido controlarse. Creo. Porque no fue sino que mi amigo se pusiera al lado y apuntara su verga a mis labios para saber que no podía aguantar más. Giré mi cabeza validándolo y con abrir la boca supe que lo que tendría eran muchos chorros de leche. Es que lo conozco, a la perfección y se como se corre. Solo con ver la escena de estar siendo sumergido en leche, su amigo no pudo más y estallo. Estaba tan dilatado que sentía la fuera de los chorros de leche en mi. Uno, dos, cinco. A tope. Quería cumplir el trámite de tener un culito esperándolo en la casa. No era sino sentir leche caliente en mi que exploté con ellos dos. Exploté tanto que he vuelto a Malaga. He abierto la red y lo veo conectado. Me emociono tanto que me empiezo a masturbar acordándome de esa noche en particular. Más y más rápido. Feliz de sacarme mi propia leche pensando en aquel día en que mi amigo decidió abrir la puerta para que alguien entrara a culearme. Le he dicho que la próxima me cubra los ojos. Que solo quiero sentir una verga entrar dentro de mi. Y que de ser así, vuelvo nuevamente a Granada. Es que no queda más opción. Solo con recordarlo, al llegar a casa, me he decido a terminar lo que había dejado incompleto dos días atrás. Pensando en él, en los matices y sobre todo, en la idea de seguir siendo alguien que puede ser compartido por toda Granada.

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Madrid, 6 de enero. Mi cumpleaños. - Dan ¿algún plan para e..

Madrid, 6 de enero. Mi cumpleaños. - Dan ¿algún plan para el día de hoy? La verdad, ninguno. Acababa de venir de un grupo de pajeros en Barajas del que había contactado y que habiamos quedado en reunirnos para masturbarnos a tope. Ellos, quienes me recibieron en casa para chuparnos y soltar fueron tal cual me lo esperaba. Se habían corrido en mi verga y al ser tan cerdos, me pidieron que por favor no me limpiara. Evidentemente no sabían lo que podía pasar. Dos horas después estaba en Gran Vía a un hora de mi cumpleaños. Normalmente este día no lo celebro porque no es un día donde todos tengan tiempo al naturalmente de descanso. Pero, el estar en la capital llamó la atención de algunos entre esos él. Quería verme para algunas copas y quedé en ir a su casa. Nos sentamos y le conté lo que había pasado. Hemos hablado en el pasado, que lo que buscamos es una relación sincera, más que una relación abierta: una donde cada quien es libre de hacer lo que le guste y cuya felicidad despierte el morbo y afiance la relación de pareja. Entre esas cosas, ser honestos con nuestros morbos y contarnos mutuamente lo que hacemos. Por eso, sentados los dos, le comenté de donde venía. El como llegue a una casa nudista donde quedé desnudo en el salón y los otros dos chicos me invitaron a una cerveza. De com uno de ellos, el punk, se levantó, me puso un sorbo en mi boca y procedió a hundirme su verga en mi. De como el otro me lamia los pies y se masturbaba mientras lo hacía. Todo. Notaba que mientras le contaba se ponía duro, de solo oír lo que hice. - … y pues sí todos se corrieron en mi verga y si te digo, aún hay leche ahí. - No se si debiste contarme eso. Tomó mi móvil, activó la cámara y diciendo un “feliz cumpleaños” me ha bajado los pantalones. Lo que más le ha encendido es pegarse a oler mi verga, aun con leche fresca y tragársela como nunca lo había hecho. Confieso que tenemos una conexión total, que le encanta hacerlo, pero ese día estaba más morboso que de costumbre. Lo noté, noté todo. Como tomaba mis pies y lamía donde había lamido. Como se ha bajado el pantalón y me dejaba chupar todo el precum que tenía. Entre dos amigos, había sido el regalo más inesperado de aquél día. Tanto, que sin mediar palabra, se ha corrido en mi boca mientras aun estaba con él. Y sí, fue un maravillosa forma de entrar a mis 35.

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TUTORIAL #16: PIERNAS Estamos frente a otro tutorial. Uno, ..

TUTORIAL #16: PIERNAS Estamos frente a otro tutorial. Uno, que posiblemente fuera muy sencillo de hacer pero que para muchos puede ser un game-change. Anatómicamente, el semen pasa a través de un vaso detrás del perineo entre las piernas. El asunto es que la forma tradicional de masturbarse siempre será piernas abajo, estiradas en la cama, de pie, o incluso sentado en una silla, cosa que ha cambiado para nuestro oficio gracias al internet. Hay una forma de estimular ese vaso de una forma más directa y es posicionando las piernas muy abiertas. En tu sitio de másturbación , trata de quitarte pantalones y ropa interior ( o dejarlas muy a los pies), para luego descansar el peso del cuerpo en la espalda baja y abrir las piernas. La idea es que el perineo quede expuesto. Las piernas pueden recogerse, que sería lo más adecuado. 1. Trata de mantener la postura el mayor tiempo posible. 2. Usa tus manos para meterlas debajo de las rodillas y abrir aún más la pierna. 3. Mientras más atrás estén las rodillas y más abiertas las piernas, mejor. 4. Usa el tutorial 1 y 2. Puedes masturbarte con otras formas de sujetar la verga, como por ejemplo, el puño a la inversa. Lo mejor es dejar de lado cualquier complejo de tener el ano expuesto de esa forma (aquí me leen algunos heterosexuales) y cabe recalcar que mientras estes tu dándote placer, no te debería impactar en si lo qué haces está comprometiendo tu sexualidad. Eres tu, en tu espacio y punto. La próxima vez, inténtalo. Escríbeme al DM y cuéntame qué tal re fue.

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Bogotá, Colombia. Los archivos perdidos. 2/3 Diez años atrá..

Bogotá, Colombia. Los archivos perdidos. 2/3 Diez años atrás. Me mandan un mensaje, de esos que en tiempos de pocas redes sociales habían: “oye Dan, espero estés bien. ¿Recuerdas la sesión que tuvimos hace un mes? Pues te necesito para que seas modelo de algo así...pero con otra persona. Entiendo que no te guste la idea, pero andamos un tanto desesperados parce". Era algo en apareciencia sencillo. Se necesitaba producir una escena pornográfica en fotografía como portafolio para que mi amigo pudiera trabajar en una productora. Ya habíamos hecho unas fotos, -de las que hablaré después- pero esta vez sus jefes, que estaban entusiasmados con el proyecto querían saber cómo era su registro cuando se trataba de dos personas. No, no había que tener sexo. Solo era posar. ¿Recuerdan esos films eróticos tipo Emmanuelle donde todo se sobre entendía y el sexo, no era más que una pose? Bueno, esa era la idea. Teníamos que llegar a esa estética, al menos intentarlo. Sería algo fácil porque el otro modelo era un amigo mío, así que nada debería salir mal. Recuerdo bien que entré al apartamento y saludé a los dos. Me senté, justo en el sofa cama con vista a Fontibón, en la altura de Salitre donde vivía. Era un lugar familiar, había estado ahí antes y la limpieza y falta de muebles hacían del espacio un telón de fondo perfecto para tomarnos fotos. Nos pasa un formulario para firmar, en dónde dejamos en claro que esas fotos no iban a ser usadas por la productora, más que era simple prueba de portafolio y ya está. Todo parecía apenas normal. "Chicos, si quieren pueden ver algo de porno antes para animarse". En eso, una computadora portátil llega a la mesa y fue apenas suficiente para que tanto mi amigo y yo estuvieramos con la erección necesaria para tomar estas fotos. Rápidamente, sin tapujos, quedamos desnudos: la experiencia nudista para mi era apenas normal, me sentía cómodo pero para mi amigo no, era la primera vez que lo hacía al frente mío. Fuimos a la pared, nos giramos para unas fotos. Se suponía que en la escena, yo sería el pasivo y él el activo de los dos. Para mi era natural, con muy pocas excepciones siempre había sido yo el que recibía en mis relaciones sexuales. Por eso, lo he sujetado contra la pared, le he agarrado su verga y la he empezado a mover como si fuera un pajero habitual. "Si quieres, nos besamos", cosa que sucedió. Lo besé y eso fue suficiente para ponerme tan duro como él. Hasta que, por un momento se ha dado la vuelta. El culo. Sabía que tenía un culo hermoso, muchas veces en Theatron se lo había morboseado por como llenaba el jean y cuando caminaba por Chapinero en esas ocaciones que lo veía salir del gimnasio. Pero esta vez era diferente: era verlo, a centímetros míos, perfectamente expuesto. Redondo, cerrado, con un orto rosado, apretado, voluptuoso y sobre todo, hambriento. Empezamos a tomarnos fotos, a posar juntos. Los levantábamos, prenteníamos chuparla, pretendíamos besarlos, mover los cuerpos, o posar como si me penetrara. Entonces, por cuestiones del momento, mientras él me metía la lengua en el culo, se me ha ocurrido proponer si quería que yo le hiciera lo mismo. Ya a esas alturas, me había olvidado de la cámara. Tenía mi lengua tan dentro de él y lo estaba dilatando de una forma tal, que en mi cabeza se cruzó la idea que finalmente podría ser activo. Recuerden, esto fue hace diez años y durante toda mi vida sexual siempre fui pasivo...hasta casi este día. Él estaba boca abajo, retorciéndose mientras lo sujetaba con mis brazos, abriéndole el culo y comiendolo como si no hubiera lugar para posar. Ponía en práctica tantos videos porno vistos, tantas veces que me lo habían hecho, para hacer que la escena fuera lo más convincente posible. Entonces, me detuve un momento y le dije al oído, de forma muy suave que era el culo más lindo que había visto y que no podía dejar la oportunidad. — "Oye, una pregunta", le dije al fotógrafo. "¿Y si intento ser activo para las fotos?" — "Sí", replica de inmediato mi amigo. Se ha sentado en mis piernas, mientras me ponia en el rincón de la pared y ha insinuado que me lo estaba cogiendo. En realidad, mi verga solamente estaba aplastada contra mi, pero para la imagen era la foto que queríamos lograr. Lo miraba a los ojos, dándole a entender que aunque todo fuera mentira, me tenía a punto de dejar de lado las fotos y decidir que todo fuera realidad. Esos códigos de mirada, de complicidad, de una amistad que se estaba arruinando pero que las circunstancias habían previsto que quedara ahí. Se ha levantado un poco y ha presionado con su culo, ya mojado y abierto por mi, la punta de mi verga. Sentí que le palpitaba, queriendo que lo penetrara ahí mismo, sabiendo lo dificil de poderlo hacer ya que no era la idea. ¿Pero también no es que la idea fuera que salieran las fotografías y ya? No veía mal que, por un momento, sucediera algo que diera al fotógrafo el material. Entonces lo miré de nuevo, asenté la cabeza y entendío. Detrás escuchaba la ráfaga de la cámara andar. Y por un momento solamente sentía como su culo ya no estaba apretado ni posando, sino que se deslizaba tranquilamente en mí: delante del fotógrafo se la estaba metiendo. Él, se estaba sentando. Me agarra de la cabeza y la pone en su pecho, mientras solamente quería en ese punto saber qué tan profundo era él. Tantas veces morboseandolo y finalmente, estaba con él y de la forma que jamás había pensado. Subía para darle al fotógrafo la vista del tronco de mi verga dentro de él y cuando tomaba la foto, bajaba lentamente sobre mí. Solo quería sentirla dentro, ya las fotos nos importaban un comino en este punto. Apreté los dientes y lo miré fijamente para pronunciarle un "para". Estaba a nada de correrme, tenía mi semen que quería preñarlo y no sabía si era el lugar y el momento. Entonces el fotógrafo ha parado la sesión y nos ha dicho que tiene el material suficiente. Justo a tiempo. Quería pero no debía y sabíamos que no deberíamos. Se ha levantado, nos hemos duchado y nos vestimos como si en realidad, fueramos actores de los más profesionales posibles. Miramos las fotos por la pantalla, aprobamos de entrada unas y otras quedamos para revisarlas con tiempo. Media hora después, ya en el andén, me ha preguntado si iba al norte o al centro. Nos dimos cuenta que los buses que tomaríamos serían diferentes y que había que separarnos. "Sabes, cuando quieras llenarme el culo de leche, dímelo y ya". Han pasado diez años y aunque la distancia no lo permita, no existe un mes en el que no me mande una foto de su culo por los privados de Instagram y yo, en que no le mande un video mostrando el orgasmo que me provoca verlo.

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